Comienza ella preguntando: ¿Qué espacio tiene para la entrevista? ¿Cuánto tiempo necesita? ¿Prefiere respuestas cortas? ¿Ha leído mi libro? ¿Qué pone en su falda? Pilar Urbano es una mujer menuda. e incisiva Mientras conversa en voz baja, va poco a poco encogiéndose hasta que su cabeza casi choca con la tacita de café cortado. Sin embargo, curiosamente, su presencia no pasa desapercibida en ninguna parte. Con una pizca de orgullo, anuncia que esta es la entrevista número 248 que concede para hablar de su último libro, "La Reina muy de cerca" (Planeta). Ayer lo presentó en Vigo y firmó ejemplares a sus seguidores, que no son pocos.

-¿Es posible que la Reina no pensara que realizar esas declaraciones sobre temas que están en pleno debate político como el aborto, la eutanasia o el matrimonio gay iban a desatar la polémica? ¿O lo intuía pero no le importaban?

-No lo se. Yo no imagino nada, simplemente describo y transcribo. No me permito el lujo de censurar a los demás. Mi único mérito es ser rigurosa.

- Y usted, sí que esperaría la repercusión del libro?

-Ni me acordé de que la Reina había hablado del matrimonio gay. ¡Son sólo dos líneas en todo el libro! De hecho, en la contraportada siempre se buscan las frases de reclamo, las que se espera que vayan a ser más llamativas para la gente y, como ve, no destacamos ninguno de los temas sobre lo que tanto se ha hablado.

-Es la primera vez que la Reina habla tan claramente de estos temas y ¿me quiere decir que no se imaginaba la sorpresa que causaría en la gente?

-¡Quiere que le diga que sí, pero no es así! Ni ella ni yo lo pensábamos y punto. Tan sólo dijo que la unión entre dos personas homosexuales no se le puede llamar matrimonio; sólo apuntó el valor semántico, no tenía afán de montar un pollo ni escandalizar. Eso está en la mesa de los juristas. Me tiene frita que se haya hablado tanto de una chorradita de dos líneas cuando el libro contiene declaraciones con un voltaje político enorme como la masonería, el Club Bilderberg o que Washington apostó por Juan Carlos. Esos son los temas sobre los que yo esperaba que se hablara más.

-En la última página del libro deja a la Reina su número de móvil. ¿Han tenido alguna conversación después de toda la polémica?

-Eso son cosas entre la Reina y yo y para contar lo que hay entre nosotras no tengo luz verde.

-¿No hubo ninguna pregunta que se negase a contestar?

-Sólo el título del libro, que en un principio se llamaba "La Reina confidencial". Censuró la palabra confidencial porque no me hizo confidencias, sólo declaraciones. La Reina tiene mucho oficio y es dueña de sus opiniones. Su secretario me aconsejó que no le preguntase sobre la memoria histórica porque me iba a contestar y ahí sí que iba a haber polémica porque le podrían decir ¿y usted qué muertos tiene aquí? Luego, en las conversaciones sobre temas como si era necesaria la ejecución de Sadam Hussein o quién responderá penalmente por Guantánamo, prefirió encogerse de hombros y no contestar.

-¿Y ese supuesto comunicado en el que la Casa Real decía que las afirmaciones eran inexactas?

-Nunca existió ese comunicado. Simplemente fue un comentario verbal que hizo un empleado de la Zarzuela en Salvador a un periodista de Efe en el que lamentaba si las palabras habían herido al colectivo gay. El hombre, Juan González Cebrián, ni había leído el libro ni nada; simplemente se lanzó al ruedo. Sólo a una periodista del New York Times se le ocurrió llamar a la Zarzuela y pedir el comunicado. Y claro, le dijeron que no existía. Ningún periodista español investigó y eso me da vergüenza. Yo tengo un prestigio y por eso he hecho esta ronda por España: para aclarar que soy veraz y que la Reina no se arrepiente de sus palabras.

-¿Sigue teniendo las puertas de la Zarzuela abiertas? ¿Volvería a hablar con la Reina para un libro?

-¿Para qué? Ya hemos hablado todo lo que quería. Como hago con mis entrevistados, la he vampirizado y no tiene ningún sentido repetirlo, y así se lo contesté ami editor.

-En España la vida privada de la realeza está bastante vedada. ¿Sería imaginable realizar una película como la que se hizo sobre la reina de Inglaterra?

-Doña Sofía me comentó que la película le encantó. Es curioso que el guión pretendía destrozar la imagen de Isabel II, pero Helen Mirren consiguió, sin cambiar ni una sola palabra, dar calidez al personaje.

-¿Le gustaría escribir el guión de esa película?

-Sí, sería una buena idea... ya he escrito más guiones para Alemania y Bélgica,que están muy interesados en la Casa Real. Pero abarcaría más años de su vida.Creo que empezaría con la imagen de la joven princesa cayéndose del barco en el que navegaba con su hermano Constantino, que era olímpico. Ella se da cuenta de que no es lo suficientemente buena y, aunque lleva años entrenándose, renuncia a ello.Creo que es bastante significativo para entender su personalidad.“Dejar las cosas antes de que te dejen a ti”,dice ella.

-¿Qué actriz cree que sería buena para el papel?

-No sé... una que sobreactuase poco, porque la Reina es muy expresiva pero no sobreactúa. Recurre mucho a la gestualidad y es emotiva y sensible; a veces se le empañaban los ojos.Tiene una elegancia espiritual increíble y una obsesión por ser útil.Y, sobre todo, es buena, buena, buena. Por eso es imposible que ella desmintiera el libro; no es capaz de mentir.

-Ese ánimo de servicio, ¿se lo ha transmitido a sus hijos?

-Entrevisté al Príncipe cuando tenía 15 años y él ya había interiorizado la precariedad de su puesto.“Quiero estudiar una carrera por si esto no sale bien”,me comentó.

-¿Está la Casa Real dejando a un lado su habitual neutralidad política; cree que es buena idea que comience a opinar?

-Hay una demanda enorme de gente que quiere que la Reina diga eso, porque la inmensa mayoría de los españoles piensa como ella sobre esos temas. Yo tengo amigos gays y me felicitaron por el libro; ninguno se sintió herido por esas palabras. Yo soy bajita y no tengo orgullo ni me subo en una carroza para celebrarlo. Lo normal es la heterosexualidad, lo otro es una anomalía que respetamos con naturalidad; pero es una anomalía.