Ahora que parecen haber pasado a la historia, al menos así lo mandan los nuevos cánones de la pedagogía, los padres que castigaban físicamente a sus hijos, son estos quienes han tomado el relevo y se dedican a echar un pulso constante, llegando incluso a la agresión, a sus progenitores. En lo que va de año, han sido denunciados 130 menores por esta razón, una cifra que confirma el incremento experimentado en los últimos años, ya que en 2005 sólo 50 casos llegaron a los juzgados gallegos, según informó ayer el subdirector xeral del Menor, Alberto Tizón, durante las jornadas sobre "A tiranía das filllas e dos fillos" organizadas ayer por Vicepresidencia de la Xunta en Santiago.

No obstante, según recordó ayer el profesor de Psicoloxía Social de la Universidade de A Coruña y experto en el tema, Miguel Clemente, a pesar de que un 10 por ciento de los padres llega a sufrir agresiones físicas, no todos denuncian estas conductas. Clemente explicó que los expertos estiman que en España los porcentajes de menores entre 9 y 17 años que maltratan a sus familiares, sobre todo a los "más débiles", sus madres y sus abuelos, se sitúan entre el 3 y el 20 por ciento, y que en la comunidad gallega la proporción ronda los ocho de cada cien, lo que supone que unos 16.310 niños y adolescentes pueden sufrir el denominado síndrome del emperador. "Hablamos de muchísimos niños. Es un problema muy serio", declaró.

Clemente recordó que la mayoría de los que padecen este trastorno de la conducta, que definió como "una alteración en la socialización", son varones, "aunque cada vez hay más niñas", y que a veces el síndrome se da en concomitancia con patologías mentales.

Este especialista considera que una parte de la responsabilidad de estos compartamientos alterados de conducta, que pueden llegar al insulto y a la agresión física, corresponde a la "excesiva permisividad" paterna, pero que esta se engloba en una sociedad que promueve "los valores de egoísmo, falta de empatía, diversión y falta de tolerancia a la frustración a través de los medios de comunicación, sobre todo la televisión", ante la que los niños de entre 4 y 12 años pasan unas 4 horas al día.

Sin embargo, hay lugar para la esperanza. El profesor coruñés explicó que junto a Pablo Espinosa ha desarrollado una herramienta para enfrentarse al problema. Se trata de un juego en el que los niños deben desarrollar sus habilidades morales y superar su egocentrismo. Este método "ha resultado exitoso" y Clemente aboga por generalizarlo.