¿Fue una epidemia la que mató a una tercera parte de la población ateniense durante la Guerra del Peloponeso contra los espartanos?, ¿Sufría ataques de epilepsia el emperador romano Julio Cesar? ¿Qué enfermedad dejó en coma a Santa Teresa de Jesús? Tras dirigir un total de cuarenta tesis doctorales en medicina, el oncólogo gallego Avelino Senra Varela responde a estas preguntas en una tesis que ha obtenido ´cum laude´ por la Facultad de Clásicas de Cádiz, en la especialidad de Latín, basándose en la medicina para interpretar textos históricos desde la Antigüedad al Renacimiento.

El cornezuelo del centeno, un diminuto hongo que afecta a este cereal y provoca la enfermedad del ergotismo, ha ocasionado millones de muertes desde la antigüedad. El mal, también llamado "fuego sagrado", se manifiesta con gangrenas mutiladoras, producidas por la acción vasoconstrictora de los alcaloides de este hongo sobre los vasos sanguíneos.

Materia prima del LSD y de numerosos medicamentos, este parásito causó la muerte de cientos de atenienses durante los dos primeros años de la Guerra del Peloponeso (431-404 a.c.), un periodo que cambiaría el mapa de la antigua Grecia reduciéndola a un estado de sometimiento ante Esparta.

"Fue un envenenamiento masivo a través de los tres pozos con los que contaba entonces la ciudad estado de Atenas", asegura el profesor Senra.

Para llegar a esta conclusión, Senra ha buceado en los textos de Tucídides -uno de los padres de la historiografía clásica, junto a Heródoto- y los ha analizado desde la óptica médica.

"El autor griego habla de una infección masiva, decía que las aves del cielo caían fulminadas al picar la carroña, pero ninguna infección puede matar a alguien de manera fulminante". Además, añade, los síntomas descritos como la perforación de intestinos o la atrofia de las extremidades "no ocurren nunca en una infección".

Si a ello añadimos el conocimiento que en la época tenían de las sustancias venenosas, y que el entonces gobernante de Atenas, Pericles, mandó abrir las fronteras, la conclusión para Senra es clara: "Los enemigos de Atenas envenenaron a la población con una mezcla de venenos, incluido el cornezuelo del centeno".

Objeto de análisis en su tesis ha sido también Cayo Julio César, descrito por los autores de la Antigüedad como epiléptico y homosexual -lo acusaron de ser el amante del rey Nicomedes de Bitinia- pero "nada más lejos de la realidad", asegura Senra, puesto que "era un mujeriego" y la presunta epilepsia "eran convulsiones sintomáticas que sólo se le repitieron en tres ocasiones".

Por la falta de conocimientos médicos a la hora de realizar traducciones históricas, se han cometido "más errores", como el referido a la causa de la muerte del emperador romano Galerio Valerio Maximiano, que murió en el año 311 de nuestra era.