"El trastorno bipolar no se origina por ningún tipo de disgusto ni de problema exterior, sino por una disfunción de una parte del cerebro, el sistema límbico, el regulador del estado de ánimo, una especie de termostato anímico en nuestro cerebro. Por eso tiene que ser tratado siempre con medicación". En estos términos se expresaba ayer en el Club FARO Francesc Colom, doctor en Psicología y responsable del Área de Investigación en Psicoeducación e Intervenciones Psicológicas del Programa de Trastornos Bipolares en Barcelona.

Colom desterró un buen número de mitos sobre el trastorno bipolar, una enfermedad que -admitió- es "una de las grandes desconocidas". Comenzó aclarando que se trata de una dolencia "del cerebro, no de la mente". "El cerebro es un órgano, y como tal es susceptible de enfermar. La mente sería una de las funciones que hace el cerebro. El trastorno bipolar no es una enfermedad psicológica, es tan orgánica como la esclerosis múltiple o la diabetes". Pero "no es una anemia del litio: no es que falte litio en la sangre", aunque se trate con este elemento.

Tras ser presentado por José Olivares, psiquiatra vigués del Hospital Xeral Cíes, Colom describió con ejemplos la naturaleza y los síntomas del trastorno bipolar, caracterizado por episodios de manía y depresión.

La manía es una fase de elevación patológica del estado de ánimo o la disponibilidad de energía. En la fase maniaca, el paciente experimenta un aumento de la autoestima, disminuye su necesidad de dormir, está irritable, gasta en exceso, se encuentra hiperactivo, muestra una excesiva sociabilidad y habla a borbotones. Puede sufrir alucinaciones o delirios, lo que ha provocado que en ocasiones se haya diagnosticado erróneamente como esquizofrenia.

En el periodo depresivo, el paciente presenta un estado de ánimo y de energía anormalmente bajos, aunque pueda estar o no triste. Padece insomnio o duerme demasiadas horas al día; se aísla socialmente, muestra apatía, ansiedad, angustia y un miedo patológico. En esta fase pueden aparecer ideas o intentos de suicidio, que llevan a la muerte a un 10 por ciento de los bipolares.

En ambas fases, quien las sufre pierde el control de sus emociones, de sus pensamientos y de sus actos, que son "inimputables" con la ley en la mano. Son tratables y pueden requerir un ingreso hospitalario.

Colom habló de numerosos personajes famosos de los que se piensa o se tiene la certeza que padecieron trastorno bipolar, especialmente artistas. El más emblemático, Vincent Van Gogh. El experto matizó que no está demostrado que este trastorno facilite la creatividad. "No sé si hubiera sido más genial si hubiese tomado psicofármacos -señaló el psicólogo-, pero al menos no se hubiera suicidado".

Otros famosos bipolares son o han sido Gauguin, Pollock, (pintores), Schumman, Berlin, Mingus, Tom Waits, Sting, Peter Gabriel, Kurt Cobain (músicos), Balzac, Tolstoi, Baudelaire, Twain, Víctor Hugo, Herman Hesse, Hemingway (escritores), Coppola, Tim Burton, Robin Williams (cineastas), el naturalista Charles Darwin y los políticos Abraham Lincoln y Winston Churchill.

Entre los personajes españoles, el economista Fabià Estapé ha reconocido abiertamente que padece la enfermedad. También el rey Fernando VI (1713-1759) la sufrió: pese a que probó infinidad de remedios, desde la leche de burra a la pimpinela, se negó a comer durante una fase depresiva y murió de inanición.

Es común que los bipolares recurran a sustancias tóxicas, como fue el caso de Kurt Cobain y de Baudelaire.

La ciclotimia está considerada como la forma más suave de trastorno bipolar, y se caracteriza por los cambios de carácter. "La mayoría de los jefes tienen ciclotimia", apuntó.

El psicólogo catalán afirmó que no existe ninguna exploración médica que pueda diagnosticar el trastorno bipolar, "sólo se diagnostica a través de una entrevista con un especialista".

Francesc Colom explicó que la frecuencia de los ciclos de la enfermedad es variable y depende del tratamiento, para el que ni el psicoanálisis, ni la meditación, ni la homeopatía son eficaces.