"Los nuevos adolescentes son la consecuencia de un cambio de era, de un mundo nuevo en el que la tecnología globalizada avanza más rápidamente que las estructuras que, tradicionalmente, han sido adalides de la socialización y de la tarea de generar valores. La política, la escuela y la religión van al menos un paso atrás del fenómeno". Esa afirmación, hizo ayer en el Club FARO el psicólogo Jordi Royo en una charla sobre las claves para la comunicación con los nuevos adolescentes, a la sombra de su libro "Los rebeldes del bienestar", recientemente publicado por la editorial Alba.

Presentado por la periodista de FARO Marta Fontán, el psicólogo clínico y coordinador del programa sobre drogas del Ayuntamiento de Barcelona afirmó que jamás hubo en el pasado adolescentes y jóvenes que tuvieran a su alcance una extensión cuantitativa y cualitativa y un espectro de drogas tan diverso como la actual generación. Y fue claro cuando aludió a la responsabilidad de la familia: "Su falta de autoridad facilita entre otras cosas el aumento de la violencia en esas edades. Se ha vuelto permisiva, tolerante y sobre todo protectora en exceso, incapaz de transmitir valores y educar con normas y límites".

"Más que adolescencia -afirmó- existen adolescentes, un amplio abanico que tiene como extremos los normativos y los conflictivos. Tengan en cuenta que estamos hablando de un período de tránsito de la infancia a la edad adulta caracterizado por el cambio, la temporalidad, la indefinición, el conflicto y en el que con frecuencia no se comprenden a sí mismos. Todo se complica aún más con una sociedad en cambio también tan radical".

Habló Royo de 5 comportamientos de riesgo: las drogas, la alimentación (bulimia, anorexia y vigorexia), Internet con el juego y las compras compulsivas, en cuarto lugar la sexualidad y en quinto la violencia. "En la actualidad -dijo- la mayoría de los consumidores de drogas no son marginales ni marginados sino adolescentes y jóvenes perfectamente integrados en la familia y en la sociedad y que han optado por consumirlas con un pretendido fin socializante, festivo y recreativo. Y lo hacen en un momento en que su cuerpo y por tanto su cerebro se encuentra en pleno proceso de transformación y maduración".

Tras referirse a los distintos tipos de drogas (alcohol, tabaco, porros, cocaína y las de síntesis o apátridas) habló del segundo factor de riesgo, la alimentación: "Las disfunciones del comportamiento alimentario están muy vinculadas a las sociedades del bienestar y al triunfo, virtual o real, del fenómeno del consumismo y de otro factor emergente, una nueva religión de las sociedades opulentas: el culto al cuerpo. Tres cuartas partes de las chicas consultadas en una encuesta y la mitad de los chicos menores de edad estarían dispuestos a someterse a una intervención quirúrgica. Además de las anoréxicas y bulímicas están los vigoréxicos; ellas, obsesionadas por la delgadez, ellos por el aumento de la masa muscular".

Habló de Internet afirmando que, si permite comunicarse, relacionarse, enamorarse, comprar, vender... también estafar, suplantar, engañar, coaccionar, aterrar, engancharse... "2.6 millones de españoles entre 15 y 24 años navegan por la Red. Algunos padres nos dicen que han recibido insultos e incluso agresiones cuando han querido desenchufar a sus hijos del ordenador".

Tras referirse al juego y las compras compulsivas como parte de las adicciones juveniles, entró en el siguiente comportamiento de riesgo: la sexualidad: "Jamás habíamos tenido unos adolescentes tan bien informados ni con tantos medios ofrecidos por la escuela o la familia, ni con un espectro de anticonceptivos tan amplio y eficaz y, sin embargo ¿porqué los embarazos no deseados en jóvenes menores de edad se han triplicado en los últimos diez años y porqué la propagación del VIH ha aumentado en el primer mundo en el colectivo heterosexual y de forma remarcable entre adolescentes y jóvenes? La mayoría de los menores de 20 años con relaciones sexuales ocasionales no utilizan preservativos".