Aunque hayan pasado 14 años desde que Escobar dejara huérfanos a sus personajes, los lectores de tres generaciones todavía le echan de menos.

Josep Escobar (1908-1994) llenó con sus viñetas de humor la infancia y la juventud de muchos españoles, y por su genio, su legado y su éxito le recuerdan ahora Antoni Guiral y Joan Manuel Soldevilla, dos de los mayores expertos en cómic español, con un libro en el que recogen fotos, anécdotas, dibujos de sus primeras épocas y estudios de sus historietas.

"Apostar por un libro como éste es una necesidad, un bien público y un acto de civismo", escribe Guiral en el prefacio de "El mundo de Escobar" (Ediciones B), una obra que no dudó "ni un instante" en aceptar cuando la editorial le propuso recordar los cien años del nacimiento del dibujante catalán.

A través de las 160 páginas que los dos autores dedican a trazar la semblanza de Escobar, el lector puede apreciar una figura que trasciende más allá del tebeo para niños. El padre de Zipi y Zape, con permiso de Don Pantuflo, fue un "creador multidisciplinar -dice Soldevilla- que inauguró campos expresivos y que creó obras de hondo calado popular".

Autodidacta de formación, Escobar se dedicó, además del tebeo, a la literatura, al teatro, a la ilustración, a la animación y a la docencia, en una de las trayectorias artísticas más prolijas de la historia de España -comenzó a publicar en los años veinte y no paró hasta los noventa-.

Sin embargo, al contrario de lo que pueda indicar su amplísimo legado, el dibujante no tuvo una vida profesional sencilla. Después del levantamiento militar en julio de 1936, comenzó a colaborar con "L'Esquella de la Torratxa", una de las publicaciones satíricas antifascistas que se crearon en España.

Cuando terminó la guerra, fue juzgado y encarcelado en la prisión Modelo de Barcelona "por rojo y por separatista". Guiral y Soldevilla recurren al testimonio de los hijos de Escobar para explicar el proceso: "había dibujos clarísimos, lo que pasa es que, afortunadamente, en el juicio no aparecieron ejemplares de 'L'Esquella de la Torratxa', porque de haber aparecido..."

A su salida de la cárcel, Escobar volvió al mundo de la viñeta y, poco a poco, sus tebeos se hicieron un hueco entre los lectores.

Para esquivar la censura, su crítica recurrió al humor y al absurdo. Así nacieron personajes como Carpanta -un hombre que vivía debajo de un puente y nunca tenía nada para comer-, el Profesor Tenebro, Petra la criada, o Zipi y Zape.

Guiral y Soldevilla los rescatan a todos en los capítulos de "El mundo de Escobar", desde los inadaptados, hasta los profesionales y los incomprendidos.

"No pretende ser el libro definitivo sobre este creador -afirma Guiral-, pero hemos procurado respetar el espíritu de Escobar, no pasar por alto ninguna de sus aportaciones y, sobre todo, traslucir la magia y la calidad de su trabajo".