Dirigido por José Francisco Ortuño y producido por Olmo Figueredo, estrenado esta semana en el Sevilla Festival de Cine Europeo, el documental muestra al legendario torero que hizo a Federico García Lorca escribir su "Llanto...", considerado por la crítica como el más elevado de los poemas del granadino, como un hombre incansable, polifacético, inquieto, irrepetible...

"Ignacio Sánchez Mejías. Más allá del toreo" es la película sobre este torero profesional, boxeador ocasional, piloto de avionetas, jugador de polo, conductor de coches de carreras, mecenas de la Generación del 27, autor de teatro psicodramático y presidente del Betis y de la Cruz Roja, que consideraba que "una fiesta no es buena si no dura hasta la tarde del día siguiente".

Candidato de la República a ser el primer gobernador civil de Sevilla del nuevo régimen, el torero donó los terrenos para que aterrizaran los zeppelines en Sevilla, y su hija, María Teresa, nonagenaria que pudo asistir al estreno del documental, dice en la película: "No sabía alemán, pero se reunió con seis alemanes y los convenció a los seis".

Cuñado de Joselito, que lo doctoró en la plaza, fue conferenciante en la neoyorquina Universidad de Columbia, donde fue presentado por Lorca, si bien la primera vez que llegó a Estados Unidos fue como polizón, para luego hacerse banderillero y novillero en México y regresar a España para tomar la alternativa.

También ha sido el único torero que llegó a escribir en un periódico, "La Unión", crónicas taurinas de corridas en las que había intervenido, que se publicaban enfrentadas a las del crítico oficial, quien era menos severo con Sánchez Mejías que él mismo.

En las plazas de México y Jaén se le conoció por volver al ruedo recién cosido en la enfermería para matar al toro que lo acababa de malherir, lo que hizo con el mismo valor con que, un aciago día, atravesó al toro que minutos antes había matado a Joselito, su cuñado, su amigo, su maestro.

Amante de "La Argentinita" y de la hispanista Marcelle Auclair, en su hogar nunca se vio un capote ni un estoque, porque quiso que sus dos hijos estudiaran en el extranjero y a su pequeña María Teresa le escribió un poema que resumía este espíritu de vida con los versos "Diez mil toros mataré / para que tú no sepas / lo que yo sé."

El ex director del Sevilla festival de Cine Manuel Grosso cuenta en el filme cómo fue testigo en El Cairo, adonde fue a dar una conferencia sobre el torero, de que todos los asistentes creían a Sánchez Mejías un personaje inventado por Lorca, porque como varias personalidades coinciden en señalar en el filme, con el "Llanto..." nace el mito, Lorca logra con ese poema que su amigo nunca muera.

"La Generación del 27 existe como tal generación porque Ignacio es el mecenas", asegura en el filme Amorós, en alusión al homenaje que ese año rinden los jóvenes poetas a Góngora en Sevilla, Alberti, Lorca, Guillén, Alonso, Diego, Bergamín y, entre el público, un joven tímido y desconocido, Luis Cernuda.

El catedrático de Literatura de la Universidad de Sevilla Rogelio Reyes Cano declara ante la cámara: "A Ignacio Sánchez Mejías como torero se le hubiera conocido muy relativamente, pero como héroe literario es más famoso que los grandes toreros de su tiempo".

El crítico taurino Manuel Molés define el poema de Lorca como "media verónica poética insuperable, que ha hecho de la muerte de Ignacio una muerte universal", una muerte que a su amigo Rafael Alberti sólo le arrancó una exclamación, la de cualquier ser humano cuando con la muerte se enfrenta: "Qué espanto, qué espanto".