Si hace frío, se hielan, si hace calor, se asan. No pueden sentarse, ni bajar escaleras, ven a duras penas y a veces terminan llenos de moratones, pero se lo pasan "pipa" dentro de sus trajes de Darth Vader o Stormtrooper, miembros todos de Legión 501 (www.legion501.com), explica a Efe David Lois, un ingeniero de software de 33 años que ha viajado desde Valladolid para disfrutar junto a muchos de su club de la exposición "Star Wars.The exhibition", inaugurada ayer en la Fundación Canal.

"No somos 'frikis'", declara rotundo Lois, que asegura que todas las penalidades que pasan para dar la "réplica" a los personajes de las películas las dan por buenas por la emoción con la que les reciben los niños, a los que suelen visitar en hospitales, como ayer hicieron en La Paz de Madrid.

Normalmente, su presencia es acogida con cierta reverencia, "e incluso miedo", porque los trajes son realmente un calco de los de las películas de George Lucas, y es que esa es, en definitiva, la condición fundamental que hay que cumplir para pertenecer a este club de "costuming" (disfraces).

Pero la cosa no es nada fácil, porque los trajes no se compran en una tienda: la máscara en el taller de un artesano en Estados Unidos, las botas al Ejército ruso, la hebilla del cinturón en Canada, los tornillos de la boca en Tailandia...total, un mínimo de dos meses para montarlo todo y 3.000 euros de desembolso si se trata del traje de Darth Vader, que hoy en Madrid luce imponente un oftalmólogo sevillano.

Legión 501, facción española de la mundial, que agrupa a unos 4.000 miembros, tiene en toda España unos 100 socios, casi el triple que RebelLegion 501 (www.rebellegionspain.com), "los buenos", que a pesar de sus vistosos -y mucho más cómodos- trajes de "jedi", princesa Leia o Padmé Amidala sólo reúnen en "la galaxia" a unos 500 camaradas.

Su "comandante", Maite Sánchez, ha viajado desde Murcia vestida de "jedi", los más numerosos, para compartir con otros el placer de ver, rodeados de los cerca de 250 objetos originales de las películas de Lucas, las caras de admiración de los niños y de los adultos que les piden constantemente que posen con ellos para hacerse una foto.

José Antonio Moreno, un informático de Madrid, se ha vestido por primera vez de "jedi" y ha pagado por su traje, comprado en Estados Unidos, 100 euros, capa y espada aparte -otros 160-. Está "encantado" con la expectación que despiertan entre los visitantes y en su hijo Pablo, de 2 años, que no para de jugar con él.

"Esto no es una filosofía de vida, es simplemente que nos gustan los trajes, hemos visto muchas veces las películas y nos lo pasamos muy bien cuando nos reunimos", lo que suelen hacer una vez cada dos meses, aproximadamente.

Jamás cobran dinero por acudir a los sitios si es una institución benéfico o cultural y si una empresa quiere contar con su presencia, les piden que hagan una donación en su nombre a una ONG. "Aquí no hay ninguna fuerza oscura, todo es pura afición", añaden.