Una exposición de arte no sólo está compuesta por las obras sino por el proyecto y diseño de su situación espacial. El establecido por Fernando Castro para la muestra de Fernando Botero en la Casa das Artes en Vigo recibió ayer la matrícula de honor del propio artista. "Impecable", señalaba el autor colombiano a preguntas de este periódico una vez finalizado el recorrido por las salas. "Es un edificio muy bello, con mucho espacio", añadía.

Botero parecía feliz, ajeno a un teletipo de Efe que horas después informaba de que estaba siendo investigado en Italia "por supuesta evasión fiscal de siete millones de euros". Culpable o no, al público gallego le queda hasta febrero una colección de casi un centenar de obras, entre las que se encuentran las más impactantes de su carrera.

La puesta en escena de las dos series ha sido trabajada a conciencia. El resultado ha convertido la planta baja y el primer piso de la Casa das Artes en una carpa de circo. En la inferior, explica el comisario, "nos recibe la serie ´El Circo´ presentando el tema de las mujeres a caballo". A las amazonas, les siguen los payasos y tras un muro-cortina los animales como monos y elefantes junto a los domadores. Como colofón, 25 dibujos sobre papel, que no son bocetos sino obra terminada.

Tras la parte baja, la planta superior se alza como la de los horrores con "Abu Ghraib" en la que cada sala emerge como una celda imitando la estética carcelaria: paredes grises muy tétricas, con luz puntual sobre los cuadros y un ambiente que invita al silencio. El recorrido se ofrece "como si estuvieses pasando de una celda a otra, pasando por las galerías", colocando al espectador en la escena de la tortura donde los prisioneros sangran o se desvaneden por el dolor tras ser atravesados por palos o humillados.

La conexión entre las series no es rebuscada: "Hay aspectos de la tortura que continúan en el circo. Las cuerdas de los trapecistas son las cuerdas de los condenados", señala Castro.

Los cuadros de la serie no han sido organizados por el orden en el que fueron pintados (marcado por un número), sino por ámbitos para finalizar con una nueva sala de dibujos. "Yo, explica Castro, quería hacer sólo una gran exposición de dibujos de Botero y cuando fui a París se lo propuse. Él me dijo que sí pero que con los cuadros también".