amaia mauleón  Vigo

Padre, maestro y amigo. Los familiares y amigos de Antonio Heredero recordaron ayer al acuarelista, fallecido el sábado en Vigo, con una sonrisa, ya que "murió satisfecho, después de una vida feliz en la que siempre luchó por lo que quería". Así lo aseguró su hijo Antonio, que destacó también la admirable valentía que demostró a lo largo de su vida "A los cincuenta años decidió dejar su trabajo de abogado y dedicarse a su verdadera vocación: la pintura. Fue valiente porque, con cuatro hijos, era todo un riesgo, pero la decisión fue buena y se convirtió en un gran acuarelista", afirman sus hijos.

También a las puertas de la muerte hizo gala de esa entereza. Un aneurisma inoperable le anunció sus cuatro últimas horas de vida, que Heredero aprovechó para despedirse de todos sus seres queridos "y darnos palabras de ánimo". El pintor fue enterrado ayer en Pontevedra y hoy, a las 19.00 horas, se celebrará el funeral en la parroquia Santiago el Mayor de Vigo.

Hasta el último día y con unos envidiables 91 años, Heredero se dedicó a su gran pasión, la pintura. Un cuadro de flores quedó sin terminar.

Actualmente, el Círculo Mercantil de Vigo acoge una exposición del artista madrileño afincado en Vigo desde 1950, que llenó de luz el mar y el cielo gallegos, las calles de Vigo y los campos de Castilla.

Antonio Heredero posa junto a su obra en una exposición reciente en Vigo. // Ricardo Grobas

"Le encantaba la vida y así lo reflejó en su obra", dice su familia

Antonio Heredero nació en Madrid en 1918, pero se trasladó a Vigo en 1950. Allí encontró el amor y allí se enamoró de una tierra que retrató en muchos de sus cuadros. "Son los cielos gallegos, tormentosos o azules y su aliado y fiel espejo, el mar, los responsables de mis colores", dijo el autor.

"Sus cuadros gustaban a todo el mundo; uno de los últimos que vendió fue para un niño de 12 años", comenta su marchante, Belén Amor. En los últimos años, la luz y los colores se hicieron más brillantes en su obra:"Le encantaba la vida y eso quedó reflejado en su obra", afirman sus familiares.

Su hija Mariola heredó la pasión artística, aunque también su hermana María se dedicó a las Bellas Artes. "Mi padre me enseñó todo, le veía pintar a diario y surgió en mí como algo natural; era duro conmigo, siempre había que mejorar", recuerda con cariño Mariola.