Los trabajadores del Estado Vaticano, tanto laicos como religiosos, deberán fichar para dejar constancia de su jornada laboral a partir de enero de 2009, fecha en la que, además, se comenzará a valorar su rendimiento para establecer su retribución, informó hoy la prensa local.

Se trata de una medida que durante este año se ha aplicado de forma experimental en el Governatorato (el gobierno que gestiona Ciudad del Vaticano), y que a partir de 2009 pasará a utilizarse en todas las sedes del Estado.

Con la misma tarjeta con la que los trabajadores deberán fichar para dejar constancia de su jornada laboral se podrá, además, acceder a los servicios de asistencia sanitaria, a los cajeros automáticos del Banco Vaticano, al mercado, a los comedores y a los distribuidores de gasolina del pequeño Estado.

La obligación de fichar ha suscitado el descontento, sobre todo entre los eclesiásticos, ya que algunos temen que exista un control demasiado rígido y no se tenga en cuenta su actividad pastoral fuera del Vaticano.

Algunos de los prelados han argumentado que esta medida fue abolida en 1960 bajo el pontificado de Juan XXIII y que su reintroducción es un "paso hacia atrás".

Asimismo, a partir del próximo año los trabajadores del Vaticano contarán con una "tarjeta de valoración", en la que se evaluará su profesionalidad, corrección, dedicación y rendimiento.

Estas tarjetas servirán para medir el nivel de trabajo de cada uno de los dependientes vaticanos para así poder establecer tanto eventuales aumentos de retribución como sanciones, que podrán llegar hasta el despido.

En el Vaticano trabajan actualmente 2.748 personas: 1.212 hombres y 425 mujeres, 778 sacerdotes, 243 frailes y 90 monjas; para los cuales el Estado gasta una media de unos 80 millones de euros al año, según el diario "La Repubblica".