En una entrevista con Efe, Cores, de 72 años, se muestra exultante por varios motivos: está mucho mejor del tobillo que se rompió conduciendo su moto; va a ir a Nueva York a terminar un libro y se va a publicar otro con el chileno Claudio Bravo; y, sobre todo, porque tras 40 años "perdidas" sus fotografías de Picasso son "la atracción" de la feria Estampa.

Este fotógrafo y aventurero -el segundo en encontrar a los Nuba, tras Leni Riefensthal- creyó durante 40 años que había perdido las fotos que hizo, en dos tandas, en abril y mayo de 1966, a Picasso.

Hace dos años su hermana encontró parte de ellas en una caja, una colección de la que editó siete series, una de ellas adquirida por el Museo de Bellas Artes de Asturias.

En el stand que ocupa la Galería Vértice puede contemplarse ahora otra de las series de la colección de 13 imágenes -que a 75.000 euros es la pieza más cara de la feria- que Cores tomó de Picasso y amigos como Dominguín, Alberti o Gades, en su casa de Mouguin (Francia) a la que llegó echándole "mucho teatrillo".

A Dominguín, que había organizado una tirada de pichón en su finca, le hizo gracia que aquel "asturiano chulo" se riera de cómo tiraba y se apostó con él que si ganaba le daría lo que quisiera: "¿lo que quiera?, pues entonces quiero conocer a Picasso", le dijo.

Picasso, Picasso, Picasso. Era en lo único que Cores pensaba mientras tiraba. El mantra debió funcionar porque ganó y al torero no le quedó otra opción que idear la forma de que se conocieran, algo muy difícil "porque Jacqueline -la mujer del pintor- llevaba la casa a raya".

A los tres días, y cuando Cores pensaba que "de lo suyo" nada, Dominguín le dijo que se pasara a recoger unas carpetas a su casa y que las guardara hasta nuevo aviso.

La llamada vino poco después. Con "mucho teatrillo" Dominguín, que estaba en Cannes, le pedía "suplicando" que recogiera en su casa unas carpetas "imprescindibles" y que se las llevara a Francia.

"Yo sabía que el pintor estaba escuchando y que por eso me hablaba así pero cuando vi a Picasso al pie de la escalerilla del avión esperándome y me besó la mano agradecido no daba crédito", rememora divertido.

El pintor jamás supo que el favor había sido exactamente al contrario y durante la semana que Cores estuvo en casa de Picasso "simplemente se desvivió" con él.

"Me entretenía, me llevaba a tomar chocolate con churros, a la playa, donde pintaba con su bastón toros y toreros que borraba el agua... Era un paisanete muy simpático, cariñoso, un chaval de 85 años desviviéndose porque estuvieras entretenido", recuerda Cores.

En aquella primera estancia del mes de abril, a la que seguiría otra en mayo, le hicieron otra "envolvente" al pintor, de la que queda constancia en las fotos de Cores.

Antonio Gades, que estaba en Cannes presentando "Con el viento solano", "se moría" por conocer a Picasso y Cores, sabiendo que aquella noche irían a un restaurante, le dijo al bailarín que estuviera allí.

Cuando llegaron al restaurante Picasso quiso que se sentara con ellos, inducido "quizá" porque Cores había estado enseñándole toda la tarde fotos de Gades. Además estaban Rafael Alberti, Dominguín, La Polaca y el guitarrista Emilito de Diego.

"Fue mágico. Gades bailando, Dominguín toreando con un mantel y Alberti recitando poemas", suspira nostálgico Cores, que inmortalizó aquella velada en algunas de las 73 fotografías que ahora se venden.

El asturiano recuerda con especial cariño lo "golfillo" que era Picasso, lo natural que era con él, por eso la fotografía que más le gusta es la que aparece mirando a cámara, sonriéndole y con un cigarrillo en la boca, "como un amiguete".

"He ido a la feria y he estado viendo las fotos. De corazón tengo que decir que nunca he vuelto a encuadrar ni a conseguir eso nunca", asegura Cores, autor de cientos de miles de fotografías de África y promotor de una ONG que lucha por los derechos civiles en Sudán.