El impresionante istmo de A Lanzada, en Sanxenxo, está ocupado desde hace más de dos milenios: decenas de generaciones han venerado a lo largo de lo siglos el misticismo de este paisaje de cuatro kilómetros de grandes rocas y arenas inmaculadas frente al Atlántico. Siglos después de que los primeros pobladores reconociesen su carácter simbólico, cientos de gallegos siguen acudiendo cada agosto para venerar a la Virxe da Lanzada en su pequeña ermita del siglo XII.

Acuden como el último paso de un antiguo rito de fecundidad ligado a esta playa, para "sacar el meigallo" o simplemente para disfrutar de los aromas de un día de romería en un paisaje mágico.

Al llegar y tras atravesar los restos de la fortaleza a la entrada del recinto, la mayoría de los romeros renueva el rito de barrer por debajo del altar para librarse o cuando menos prevenir el "meigallo". Y un año más, durante toda la mañana de ayer se formaron largas colas ante la ermita para cumplir con el precepto y exorcizar así el mal de ojo. Es el paso previo antes de acompañar a la Virgen en su tradicional procesión.

La imagen sale de la ermita (en donde se agolpan los velones de ofrendas y decenas de ramos) rodeada de flores y flanqueada por los Danzantes de Covas, los bailarines que interpretan una danza de cintas en su honor. También la arropan decenas de mujeres que cumplen así la última parte de su ofrenda a la santa.

Y es que la parte más conocida del rito de fertilidad es en realidad la más privada y se cumplió durante la madrugada del sábado. Siguiendo la tradición, las mujeres deben bañarse en la noche anterior al "día grande" en honor a la santa y recibir nueve olas consecutivas.

"Es el último día del año en el que se puede cumplir el rito", explica Juan Garrido, organizador de la romería desde hace más de 30 años y actual presidente de la comisión de fiestas Nosa Señora da Lanzada.

"Si se quiere adelantar el rito se puede hacer desde la noche de San Juan y en cualquier caso sólo se pueden recibir las olas en las dos playas situadas a derecha e izquierda de la ermita", añade.

La mujer que desee quedarse embarazada debe entrar en el agua hasta la altura del vientre y recibir alrededor de la medianoche el romper de nueve olas consecutivas.

A mayores, la organización recomienda "pedirle a la santa con devoción después de tomar las nueve olas si se quiere tener un hijo". "Y si se le ofrece algo a Nosa Señora da Lanzada, cumplirlo. Cada vez vienen más (romeros) y cada vez más gente pregunta como hacer el rito de las nueve olas, lo cual indica que venir a A Lanzada funciona", añade.

Sea por la intercesión de la santa o por las propiedades de las aguas frescas del Atlántico, las vecinas aseguran conocer numerosos casos de mujeres infértiles que concibieron tras recibir en agosto las nueve olas "porque estas aguas tienen muchas propiedades".

Patrona de las estériles, de las embarazadas -que realizan ofrendas por la salud del bebé- y también de los marineros, que observan la ermita de Nosa Señora da Lanzada desde el mar, se calcula que este fin de semana pasaron por el templo dedicado a la santa más de 15.000 romeros de distintas localidades gallegas.

Otra de las tradiciones ligadas al santuario es dejar limosna tras barrer tres veces por detrás del altar. La creencia popular afirma que quien deposita dinero se garantiza volver al santuario el próximo agosto, un amuleto que los marineros se encargan de renovar cada año.

La fiesta ante la ermita arrancó el sábado con la procesión en la que la Virxe da Lanzada es trasladada hasta el cruceiro, fuera del recinto de su ermita. Siguió la noche de las nueve olas y, tras cumplir en la mañana de ayer con los ritos de la santa, dio comienzo la parte gastronómica y lúdica de la fiesta.

Para empezar, los nueve bailarines de Covas, de edades comprendidas entre los 14 y los 56 años interpretaron esta danza de origen religioso que dio paso a los almuerzos.

Algunos optaron por abrir boca con un refrescante baño en las aguas de A Lanzada y otros prefirieron degustar sardinas, pulpo y en general platos a la brasa en los establecimientos instalados en las inmediaciones del templo.

También hubo tiempo para las compras, ya que en la zona se instaló un mercadillo y, a mayores, los romeros pudieron hacerse con algunas de las ofrendas realizadas a la Virgen.

Cada año los vecinos regalan a la santa plantas, frutas y animales para que sean subastados y contribuir así a la organización de la fiesta. Durante años fueron las sandías la principal ofrenda (y de hecho en el mercado siguen abriendo varios puestos de esta fruta) pero progresivamente han dejado paso a las plantas de flor.

Y antes de volver a casa, muchos se acercan hasta la roca conocida como "cuna santa" para depositar flores o simplemente sentarse conmovido ante tan fecundo paisaje.