La calle Rogelio Abalde, en Vigo, zona de movida nocturna, conciertos y garitos, se encuentra prácticamente vacía a las cinco de la tarde. Sin embargo, dentro del pub Time´s, también desierto, detrás de la barra, Antonio Rodríguez, Tono, sonríe de forma enigmática. Ha adelgazado y viste informal. Centoloman, reza su camiseta.

Un intento inconsciente de borrar cualquier relación con aquel joven que vendió enciclopedias y trabajó como comercial de excavadoras en la empresa de su familia. O no. “Vivir la experiencia y pasar a la posteridad”. Cuando Tono decidió participar en la séptima edición de Gran Hermano, ansiaba ser recordado, quedar inmortalizado en la historia de la televisión. “Aunque sé que parece una chorrada”.

Es quizás ese deseo de no morir en la memoria colectiva, que todo ser humano lleva de forma inherente grabado en su identidad más profunda, en mayor o menor grado, el que le lleva a seguir cultivando su gran pasión. Dejar pistas, huellas que permitan a los futuros habitantes de la Tierra conocer nuestras formas de vida. Las cápsulas del tiempo son el siguiente objetivo en la vida del ex concursante del primer reality que llegó a España y con ellas pretende ganar el récord Guinness.

Todo empezó cuando su padre compró una casa vieja y Tono encontró un cajón de doble fondo en un viejo mueble. Otra etapa “Es como si yo dejase ahora un manuscrito escondido debajo de la tarima”, dice señalando vagamente hacia la oscuridad de la zona norte de su pub. Se siente orgulloso de su negocio. “Cuando salí de la casa me tomé un año sabático”. Viajes por Marbella, Madrid, Ibiza y casi seis meses en Londres. “Trabajé en una cocina y al principio no hablaba mucho inglés pero luego ya me fui soltando”.

Y al volver, hace nueve meses, decidió abrir el Time´s. “Antes abría sólo los jueves, viernes y sábados pero ahora lo hago todos los días. Tenemos internet, la play station, la wii, conciertos, monólogos...”. También se plantea estudiar Psicología por la UNED y lo expresa contento de poder haber pasado a otra etapa de su vida.

Dicen por ahí Que si dejó quedar mal a Vigo. Que si era un tatarrón. Que si fracasó. A Tono no le importa lo que comenten por ahí. Se confiesa alegre, aunque en el reality muchas veces sólo mostrasen su parte mala. ¿Y si se meten con él? “Yo hablo con la gente, le hago cuatro preguntas y acaban diciendo que soy más inteligente de lo que parecía”.

Pero él ya sabía cuando entró en la casa que acabarían hablando de él. “Yo nunca me he peleado con nadie por eso como sí les pasó a otros compañeros míos. Con el 90 por ciento que se mete conmigo acabamos siendo amigos de la noche”. El cree que “los gallegos somos envidiosos por naturaleza”. Sólo tiene una frase para los que se meten con él: “Preséntate, tío, a ver si tú lo hubieses hecho mejor”.