En su casa particular de Novosibirsk, Yuri Bábin desde tiempos de la URSS acumuló cinco millones de piezas de un kópek, con el sueño de erigir el monumento en 2013, cuando su ciudad natal, considerada la capital de Siberia, celebrará el 120 aniversario de su fundación.

"Mi deseo es honrar toda la historia secular del kópek, que ha pasado por las manos de tantas generaciones de rusos", explica el pensionista a la agencia Interfax.

Añade que el monumento deberá representar una moneda simbólica de un kópek, con los escudos tanto de la Unión Soviética como de Rusia, instalada en un pedestal también metálico.

"Ahora estoy enfrascado en la tarea de poner los cimientos para ampliar la casa para guardar todas las monedas, que ocupan demasiado sitio", comenta el jubilado.

Como si presintiera los cambios históricos que se avecinaban, el pensionista se entregó a su pasión a partir de 1985, en tiempos de la "perestroika" del primero y último presidente aperturista soviético, Mijaíl Gorbachov.

El hombre compraba las monedas en los bancos "en sacos" y las llevaba en camión a su casa, y siguió fiel a su afición tras la caída de la URSS en 1991 y las consiguientes reformas monetarias en la nueva Rusia, hasta hoy día.

Mientras, las autoridades debaten actualmente una propuesta de renunciar a la calderilla (monedas de 1, 5, 10 y 50 kópek) y acuñar rublos metálicos de más valor, que ahora solo circulan de una, dos, cinco y diez unidades.

La cotización actual de la moneda rusa es de 23,3572 rublos por dólar y de 36,7128 rublos por euro, por lo que un kópek equivale a 0,04277 céntimos de dólar y a 0,02726 centavos de euro.

La polémica resurge de forma intermitente desde hace años, aunque en agosto de 2005 el Banco Central afirmaba que no dejaría de acuñar las monedas de un kópek, pese a que su fabricación ya no era rentable y su uso en la vida cotidiana es muy limitado.

Aquel año en el país había 23.722 millones de monedas de distinto valor, mientras las de un kópek constituían el 21 por ciento de las piezas en circulación, concretamente 4.980 millones de monedas.

Según información extraoficial, acuñar una moneda de un kópek, que actualmente se fabrica de una aleación de acero y cuproníquel, cuesta en torno a 0,15 rublos, quince veces más que el valor nominal.

En grandes ciudades rusas, como Moscú y San Petersburgo, el kópek prácticamente no circula porque los precios de los principales productos de uso cotidiano se redondean y, si tienen decimales, suelen ser de diez o cinco centésimas del rublo.

En algunas tiendas ni siquiera aceptan las monedas de un kópek, pese a que no tienen derecho a hacerlo, y en los mostradores muchas veces se amontonan monedas que la gente pasa de recoger.

El último medio año, el pan encareció en Moscú de 12 a 16 rublos la barra, pero el precio siempre subía de golpe en un rublo, sin decimales ni centésimas.

Durante los debates sobre la supresión de la calderilla, quienes suelen oponerse son los más indigentes, pues en Rusia todavía tienen ingresos inferiores al nivel de subsistencia 18,9 millones de personas, un 13,4 por ciento de sus 142 millones de habitantes.

El rublo apareció en Rusia en el sigo XIII, como nombre de una barrita de plata de 200 gramos y hasta 20 centímetros de largo.

En 1534, la zarina Elena Glínskaya, la madre del futuro zar Iván el Temible, lanzó una reforma por la que prohibió las monedas viejas y extranjeras y las sustituyó con la nueva pieza menuda nacional: el kópek.

Durante muchos tiempo, se consideró que el nombre ruso del kópek, "kopeyka", procedía de la lanza ("kopió") con la que abatía al dragón San Jorge, estampado en la moneda.

Pero el lexicógrafo Vladímir Dal, autor del diccionario ruso más famoso, cuestiona esa versión y ofrece otra, más pragmática, de que el nombre procede de la palabra "kopit'", es decir "ahorrar".

A finales del siglo XVIII, el zar Pedro el Grande, dispuesto a modernizar Rusia, lanza otra reforma y en 1704 pone en circulación el primer kópek de cobre, la centésima de un rublo de plata que entonces copiaba el thaler europeo occidental y pesaba 28 gramos.

El primer kópek soviético se acuñó de cobre en 1924, y durante dos años hubo incluso monedas de medio kópek, mientras que a partir de 1926 se pasó a fabricar las piezas de una aleación de cobre y zinc.