Nacida en 1962 entre los muros de un castillo "de agua" de Alemania como hija del encargado de sus cultivos latifundistas, Eicke no aprendió nada, sin embargo, de la agricultura tradicional que practicaba su padre, y decidió encaminar su futuro hacia la música.

Años después, "aburrida" de interpretar conciertos en Berlín con su laúd, resolvió volver a sus raíces, pero desde la ecología y la "biodinámica", es decir, respetando los ciclos de los astros, en su finca del centro de la isla, viviendo con lo básico en plena conexión con la tierra.

Pregunta.- ¿Por qué Mallorca?

Respuesta.- Me fui de Alemania huyendo de la enfermedad de la cabeza cuadrada, que allí está fuerte. Había decidido dedicarme a la agricultura ecológica y una amiga me invitó a esta finca, que compartimos en un principio con una familia con nuestras inquietudes.

P.- ¿Le costó la llegada?

R.- Fue muy difícil. No sabía hablar castellano ni mallorquín y me sentía muy aislada. Llamaba al fontanero y, como no me entendía, me colgaba el teléfono. Después de dieciocho años, ahora tengo una vida social muy activa, con colegas alemanes y mallorquines.

P.- ¿Qué destacaría de bueno y malo de la vida en la isla?

R.- El problema de la isla es la atmósfera de bienestar que se respira, de dinero fácil. A veces, en vez de sangre en las venas, la gente parece que tiene coca-cola. No se hacen las cosas por interés, sino por necesidad. Por otro lado, me gusta el paisaje diverso y la buena voluntad de la gente no contaminada por el turismo, que no juzga a los otros.

P.- ¿Qué es la agricultura "biodinámica"?

R.- Es cooperar con la naturaleza y elevar el estado de vitalidad de las plantas, cultivar conectando el crecimiento con los astros, entendiendo todo como un organismo. Lo contrario sería navegar con el viento en contra.

P.- ¿Qué opina de la tecnología?

R.- Hay que usarla con precaución, no puedes perder tu vida usándola. Si trabajas mucho con el ordenador, cuidado, te conviertes en él. Quieres pulsar un botón y tenerlo todo al momento. La gente quiere las cosas ahora en la boca. Es duro si tienes ganas de tomarte un tomate y no es la temporada, pero con el tiempo aprendes así a valorar el tomate.

P.- Y la música, ¿la ha dejado completamente?

R.- Hace cinco años toqué por última vez. Me aburre, prefiero la agricultura bien hecha, es muy orgánica, como una sinfonía. En el campo, si haces tonterías, no funciona; en cambio, si en los conciertos lo hacía mal, nadie se daba cuenta.

P.- ¿Volvería a Alemania?

R.- Ahora estoy aquí luchando y mañana ya se verá, pero es cierto que las cosas han cambiado. Me fui de Alemania porque allí todo está planeado, no hay margen de actuación, aunque las condiciones socioeconómicas han cambiado también aquí y ahora el suelo es sólo un bien que se puede vender. No tiene sentido.