La que más afecta a los pequineses es la que obliga a los vehículos a circular en días alternos según su número de matrícula -par o impar- y que desde hoy y hasta el 20 de septiembre dejará fuera de la circulación a más de un millón y medio de coches a diario.

Sin embargo, según informa hoy la agencia de noticias Xinhua, el departamento de transportes anunció en la noche de ayer que esta medida no se aplicará en las horas comprendidas entre la media noche y las tres de la madrugada, sin explicar los motivos.

La prohibición de tráfico viene a sumarse a otra aplicada desde el 1 de julio, cuando se retiraron de la circulación pequinesa 300.000 vehículos altamente contaminantes.

La medida no afectará a los vehículos olímpicos, que desde el 25 de julio cuentan con 265 kilómetros de carril especial para facilitar la movilidad de atletas, organizadores y prensa entre los estadios, la villa olímpica y los hoteles.

Para contrarrestar los problemas que supone para muchos no poder desplazarse en auto hasta su lugar de trabajo, este fin de semana se inauguraron tres nuevas líneas de metro con una capacidad de 800.000 pasajeros diarios y que vienen a sumarse a otras cinco existentes.

Desde hoy, además, 1.500 nuevos autobuses circularán por las 34 líneas adicionales que se han puesto en funcionamiento para trasladar a los pequineses obligados a abandonar su vehículo.

Con la retirada de la mitad de los vehículos de la circulación, las autoridades municipales esperan reducir en un 63 por ciento sus emisiones contaminantes, motivo de preocupación para atletas como el fondista etíope Haile Gebreselassie y que han obligado a algunos equipos a entrenarse en Japón.

Otra de las regulaciones aplicadas desde hoy es la paralización de todas las obras de la ciudad, lo que reducirá el polvo y la contaminación sonora, galopantes en la capital china.

Además, el número de empresas altamente contaminantes que han reducido o paralizado su actividad se ha incrementado hasta 150, una medida que afecta, entre otras, a petroquímicas, fundiciones y cementeras, durante dos meses.

El cierre de obras y plantas obligará, de paso, durante los Juegos a una enorme masa de obreros inmigrantes a regresar a sus provincias, las más pobres del país, una consecuencia aceptada por las autoridades para disimular las enormes diferencias entre ricos y pobres que afectan a China y son tan visibles en Pekín.

El régimen chino, sobre el que han pesado en los últimos meses enormes dudas acerca de su capacidad para organizar unos Juegos debido a su falta de respeto por los derechos humanos o sus métodos autoritarios, quiere unos Juegos Olímpicos perfectos, los mejores de la historia, para situarse en el nivel que cree que le corresponde como nueva potencia internacional.