Ruyman Jiménez (Efe) / Santander

El objetivo del curso "El arte urbano como vanguardia", enmarcado en el ciclo de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, "El autor y su obra", consistía en "transmitir el valor que tiene el arte urbano como lo que es, como arte", y desmitificar así "la idea de vandalismo", señaló el artista Suso 33.

Algo que parece haber conseguido, ya que al "interés" de los asistentes, procedentes "de muy diversos campos", hay que sumar que su número "se llgó a duplicar" en algunas de las sesiones.

En un ambiente distendido, los alumnos de distintas edades compartieron con Suso 33 una reflexión acerca de lo que significa el arte urbano.

Al curso asistieron antropólogos, arquitectos, cuyas obras "son el soporte sobre el que habitualmente se hacen las intervenciones urbanas"; estudiantes de bellas artes, algunos de ellos "escritores de grafiti"; o incluso profesores de plástica "que están intentando ponerse al día" para aplicar estos conocimientos con sus alumnos.

Suso 33, cuyo nombre real es Jesús Manuel Pinto García, explicó a sus alumnos que empezó a dibujar por ser un zurdo "obligado a utilizar la mano derecha", lo que le ocasionó problemas "de dislexia y tartamudez" y le llevó a "utilizar otros modos de expresión".

A pesar de que comenzó a "utilizar la calle como soporte o medio de expresión" a los 11 años, su carácter "introvertido" le hizo crearse "una identidad" para reafirmarse y poder sentirse "un individuo único y exclusivo", naciendo Suso 33.

El artista denuncia la hipocresía de quienes consideran que pintar un tren es vandalismo, pero creen que exponer una foto de un grafiti pintado sobre un tren, "como es arte, ya no son pintadas". Así, creó un personaje tras el que refugiarse en sus apariciones públicas, a las que acude con "la plasta", un logo en forma de mancha y con un ojo en medio.