Laura, Sara, Pablo, Joan, Marta y Paula todavía son jóvenes, pero ya han superado una experiencia única en sus vidas. Ellos han tenido la oportunidad de estudiar el bachillerato universal en el lugar del mundo que eligieron. Habrá quien piense que esto sólo se lo pueden permitir las familias que gozan de una posición acomodada. Nada más lejos de la realidad. Estos gallegos han recibido una suculenta beca para estudiar dos años en un Colegio Mundo Unido, centros que ofrecen a los jóvenes la posibilidad de aprender pero teniendo como pilar fundamental la mezcla de culturas.

En sus pasillos y en sus clases se juntan adolescentes de más de 80 países y que nunca antes se habían visto. Para poder gozar de esta beca, de unos 45.000 euros, lo primero que hay que hacer es cubrir una solicitud. Parece fácil, y lo es. Lo duro viene en las pruebas de acceso que se hacen en Madrid, con exámenes de cultura general, psicológicas y otros realmente sorprendentes. Pablo es de Vigo y está estudiando el primer año de bachillerato internacional en la India. Cuenta como los examinadores le pidieron que bailara hip hop. "Te ponen en situaciones muy extremas para ver cómo reaccionas", explica Sara, también de Vigo y estudiante en el Colegio Mundo Unido de Hong Kong. De estas pruebas saldrán los futuros becados españoles, entre 10 y 15 estudiantes, dependiendo del número de promotores.

Aunque en colegios distintos, todos tienen la misma percepción de lo que supone tanto personal como educativamente el poder estudiar en estos colegios. Dicen que el convivir con gente tan distinta te hace ver las cosas de otra manera. Paula, de Cee, estudió en Italia y explica como en su centro se celebran "semanas culturales" en las que los propios alumnos enseñaban a sus compañeros la cultura de su país.

En los Colegios Mundo Unido el profesor no da apuntes y el alumno no chapa la lección. La enseñanza se entiende más allá. Las clases son abiertas a debates de todo tipo y el alumno tiene que ser capaz de razonar aquello que está estudiando y si se encuentra más cómodo en pijama, pues va a clase en pijama. "Nos tratan como a adultos y creen en nuestro potencial", explica Laura de Moaña y también estudiante en Hong Kong.

La convivencia de culturas y clases sociales es el principal atractivo de estos colegios. Pablo denuncia el concepto que hay en España de África: "Aquí se ve como un solo país y como gente que se muere de hambre, pero es mucho más". Ellos han vivido la realidad de muchas desgracias desde la piel de un amigo. "Te das cuenta del vicio que tenemos", cuenta Paula al recordar como muchos de sus compañeros habían llegado allí sin nada.

Organizar un viaje a Birmania para trabajar con niñas violadas es alguna de las muchas actividades que en el colegio de Hong Kong de Marta, también viguesa, hacen los alumnos sin ayuda de los profesores. A todos les ha cambiado la vida y se lo recomiendan a todos. Laura, Sara, Pablo, Joan, Marta y Paula no son una excepción. Desde que en 1962 se ofertaran estas becas en España, muchos gallegos la han conseguido y han pasado por estos colegios donde refugiados y príncipes duermen juntos.