Sucedió ayer en el Museo Tussaud de Berlín. Un visitante arrancó la cabeza a la figura de cera de Adolf Hitler durante el primer día en que ha estado abierto al público y al grito de "Nunca más guerra". La presencia de la figura de Hitler en el museo había generado duras críticas, aunque los responsables de la institución berlinesa se han defendido diciendo que Hitler pertenece a la historia alemana y que, además, la figura lo muestra en su época de decadencia.

Pese a estas explicaciones, muchos políticos locales habían calificado previamente como un hecho de mal gusto la presencia de la figura de Hitler en la exposición. De cualquier forma, contra el solitario manifestante, de 41 años, se ha abierto sumario por daño en cosa ajena y lesiones personales.

Tradicionalmente, a los personajes que marcan una época, sea positiva o negativa, se les suele hacer un hueco en los museos, pero parece que éste no es el caso de Adolf Hitler, al menos, para los alemanes que se exigen a sí mismos una actitud permanente de rechazo y repugnancia ante el jerarca nazi y todo los que éste significa y significó.

Cualquier imagen o documento de Hitler -como su libro "Mein Kampf", que sigue prohibido en Alemania- está marcado por una especie de aura demoníaca. La discusión previa a la apertura al público del Museo Tussaud de Berlín estuvo marcada por su presencia y para muchos el hecho de que una figura de cera representándolo fuera presentada como una atracción turística era una forma de banalización del mal.