Antes de una década, el paisaje blanco del Ártico podría desaparecer durante el verano. Así lo vaticinó ayer Carlos Duarte, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), durante la presentación del libro `Impactos del calentamiento global sobre los ecosistemas polares´, publicado por la Fundación BBVA.

El experto subrayó que lo que ocurrió el pasado verano en esta zona fue "algo inesperado" ya que, entre finales de junio y principios de agosto, se perdió una cantidad de hielo equivalente a la registrada en los últimos quince años. En concreto, la placa retrocedió en esta época 18 kilómetros diarios, con una pérdida en la extensión de hielo estacional "casi veinte veces mayor que la de las últimas décadas". Así, la fusión del último año equivale al que los científicos pronosticaban para mediados del siglo XXI aunque, según Duarte, "no podemos descartar tener que volver a revisar estas previsiones".

El investigador apuntó además que el Ártico se calienta "dos veces más rápido que el resto del planeta", en concreto, "a un ritmo de 0,4 grados por década", y que para este siglo se prevé que sea la zona del globo que más pronto se caliente". Carlos Duarte alertó también de que la fusión de las placas de hielo en este océano glaciar así como en la Península Antártica tendrá consecuencias "importantes" porque afecta a procesos "fundamentales para el resto del planeta" como el clima y el aumento del nivel del mar.

Asimismo, destacó que este hecho está originando cambios en la biodiversidad, ya que "se están introduciendo e instalando especies invasoras, como insectos, plantas o ratas, que antes llegaban pero no conseguían sobrevivir a los inviernos" y cuya presencia "está desplazando a la fauna autóctona". Algunas de las especies que más pérdidas cuantitativas están sufriendo son el krill, un crustáceo que sirve de alimento para muchos animales, y el pingüino cuya reproducción se está viendo mermada junto con la de otros ejemplares que dependen del krill ártico.

Por el contrario, en el caso de la Antártida, se espera que el calentamiento sea "prácticamente nulo", aunque se observa una pérdida de masa gélida "en las zonas de la periferia" y un incremento en la parte interior de la placa.

Los científicos esperan que este verano el deshielo sea al menos tan rápido como el año pasado por causas diversas, como la temperatura, que en el pasado mes de mayo ha sido entre 2 y 3 grados más alta de lo habitual.