A Andrew Morton le va la marcha. No contento con armar la de San Quintín con sus polémicas obras sobre lady Di y Monica Lewinsky, el autor británico puso su punta de mira en Tom Cruise el día que vio al actor de "Top gun" dar saltos en el sofá de una presentadora de televisión para demostrar lo mucho que amaba a su novia, Katie Holmes. Cruise, desde luego, es un caramelo para cualquier biógrafo que quiera asegurarse muchas ventas y unas cuantas presiones. El actor es uno de los principales suministradores de leyendas urbanas y a su alrededor crecen los rumores sobre su sexualidad, su relación con la cienciología o la realidad de sus aparatosas relaciones sentimentales, que muchos consideran simples tapaderas.

"Tom Cruise, una biografía no autorizada" (publicada por Temas de Hoy), presume de no haber recibido el visto bueno del actor, al que seguramente no le habrá sentado nada bien la versión que da Morton de su vida privada, incluida su relación con Penélope Cruz, noviazgo que, como insinúa el escritor, "un impulso a la carrera" de la actriz y permitió a Cruise afianzar su imagen tras divorciarse de Nicole Kidman. Según Morton, Cruise fue precoz a la hora de buscar parejas de relumbrón. El libro apunta que el actor llegó a tener sexo real ante la cámara con Rebeca de Mornay. su compañera de reparto en "Risky bussines".

Como dijo el director de la película, "fue difícil hacerlos empezar, pero luego fue más difícil aún hacerlos parar". En cualquier caso, se hicieron novios. "El parecía buscar a alguien a quien amar y que lo amase", diría Rebeca más tarde. Cruise se casó por primera vez con Mimi Rogers, "una mujer fascinante e inteligente que lo introducirá en la cienciología", según Morton. La exuberante actriz, tras el divorcio, aseguró que Cruise quería hacerse sacerdote y que incluso practicó el celibato durante su matrimonio.

Sofia Vergara, la única novia que al parecer concedió una entrevista a Morton, relata la situación "espeluznante" en la que se vio metida tras sufrir el mismo cortejo "de acoso y derribo" al que Cruise presuntamente sometió Penélope Cruz y a Kidman.

Morton afirma, además, que Katie Holmes, actual esposa del actor, fue seleccionada en un casting de actrices solteras. Cuando Tom se puso a brincar en el sillón del Oprah Winfrey Show para declarar su amor por la elegida en la primavera de 2005, Morton decidió tomar cartas en el asunto y llegó a una conclusión clara: "No se puede entender a Tom Cruise sin contextualizarlo en la cienciología".

Tom Cruise Maphoter IV (nombre real del actor), tuvo una infancia marcada por el abandono de su padre y la dislexia. Su éxito en Hollywood no se hizo mucho de rogar, pues tras unos primeros tanteos (con el padrino Coppola en el mejor de ellos) consiguió romper la taquilla con la modestísima "Risky business". El fracaso de "Legend" y la ruptura con Rebeca dieron paso a un romance con Cher, que casi le doblaba la edad, y el triunfo rotundo de "Top gun", un proyecto en el que pocos creían, y que arrasaría en taquilla. De paso, metió al actor el virus de la velocidad. Y, aunque Tom se negó a salir con el torso desnudo en fotografías de promoción, "el temor a convertirse en una sensación gay continuaría persiguiéndole".

La Cienciología

El matrimonio con Mimi Rogers sirvió para que el actor conociera el mundo de la cienciología, definido por Morton como "un movimiento paranoico que reflejaba la personalidad esquizofrénica de su fundador, un culto dogmático dedicado a la dominación mundial, despectivo con otras religiones como el cristianismo y el budismo, y que acusaba a los psiquiatras y demás profesionales de la salud de ser culpables de todas las enfermedades en el planeta desde los albores del tiempo". Como apunta el autor, "una de las ironías de la vida de Tom Cruise es que un hombre a quien a menudo se describe como controlador terminó moldeado y manipulado por la religión ferozmente doctrinaria en la que ingresó en 1986".

Alternando proyectos ambiciosos que le ayudaban a mejorar como actor, como "El color del dinero" o "Rain man", con otros menos distinguidos, Cruise se fue haciendo un hueco en el panorama de Hollywood al tiempo que su vida privada oscilaba entre el divorcio de Mimi Rogers y su sonado matrimonio con Nicole Kidman, lleno de rumores de todo tipo, y que viviría una larga travesía por el desierto emocional durante el interminable y tormentoso rodaje de "Eyes wide shut", la obra póstuma de Stanley Kubrick en la que el director llevó a la pareja a unos extremos que pusieron a prueba una relación ya de por sí muy vulnerable. Durante el rodaje empezaron a salir a borbotones los primeros rumores sobre la sexualidad de Cruise, y una revista publicó que su matrimonio con Nicole era una farsa.

Tal y como concluye Morton, "más que cualquier otra personalidad importante de hoy en día, Tom es un mesías de las películas que refleja y refracta los temores y dudas de nuestra época, aprovechando el ilimitado poder que otorga ser una celebridad moderna, nuestra aceptación del extremismo religioso y la inquietante escalada de la globalización. En una era de abundancia material y hambre espiritual, Tom Cruise es convincente -y peligroso- porque toma partido al enaltecer las virtudes de una fe que se parodia y se teme en igual medida. Esta fe, como su propia personalidad, existe y avanza bajo diferentes disfraces. Verdaderamente, hacen una pareja perfecta". Es "un hombre de contradicciones: un niño inseguro que espera una bofetada no merecida por parte de su padre, un adulto en busca de certezas y control. Un macho alfa que protagoniza sus propias escenas de riesgo por miedo a que haya algún desafío que no se pueda cumplir, en busca de la aprobación intimidante de su padre".