Más que en valores retóricos, hay que educar en virtudes prácticas. No hay educación sin autoridad y educar es domesticar y no fomentar una ideología espontaneísta". Esas fueron algunas de las ideas que expresó el sociólogo Salvador Cardús durante su charla en el Club FARO sobre "La buena educación (a favor del civismo y la autoridad".

Presentado por Amada Traba, profesora de Sociología de la Universidad de Vigo, Cardús dijo que la buena educación, las buenas maneras, los estilos de vida que favorecen la relación con los demás no sólo no están pasados de moda sino que deben ser el centro de la reflexión de una sociedad como la nuestra, muy compleja y desorganizada. Hablar de la educación, dijo Cardús, tiene una dificultad añadida porque los discursos actuales están embargados por un ambiente pesimista. En contra de eso, afirmó que "el catastrofismo es uno de los grandes males que tiene la educación de hoy en día. El catastrofismo paraliza, no ayuda a resolver los problemas. Tendemos a hacerlos más grandes. Y cuando el problema se hace grande, no hay nadie que se atreva a reaccionar: el problema paraliza y el catastrofismo acaba siendo parte del mismo problema".

Nunca en España, según el sociólogo, tuvo tanta gente acceso a la educación, nunca tantos maestros tan preparados, nunca tan buenos materiales educativos, ni tan buenas instalaciones ni nunca los padres dieron tanta importancia a la educación. "Educar hoy en día es -dijo-, no obstante, mucho más complicado de lo que fue nunca, en parte porque estamos en una sociedad que tiene miedo al futuro y esa mirada la traslada a la realidad".

Otra idea destacó Cardús antes de entrar en el meollo de su conferencia. Es propio de todas las situaciones de crisis buscar salidas de tipo moralista, buscar culpables. Poniendo como ejemplo conceptos como tolerancia ("hemos tenido en exceso, hay cosas que no deben tolerarse") o esa reivindicación repetida, la cultura del esfuerzo, afirmó que "se atribuyen los problemas -afirmó- a la crisis de valores , a la irresponsabilidad de los padres o a la misma escuela. Pensamos que se educa a través de valores pero lo que educan son los estilos de vida, los modos cotidianos, no los discursos abstractos".

Tres ideas para salir del catastrofismo, de moralismos estériles, según Cardús. Una, que la importancia en la educación no era la retórica de los grandes valores o convicciones sino las maneras de actuar, las convenciones. "Uno se educa en la rutina, en las formas cotidianas de cada día, desde la hora de levantarse al `buenos días´ o al `por favor´. Esas ritualizacionesa son las que van construyendo los grandes valores. Durante muchos años se nos dijo que lo importante era el fondo pero no hay fondo sin formas de comportamiento".

Una segunda idea de Cardús. Buena parte de los problemas que tenemos en la educación residen en que en los últimos 25-30 años, quizás como consecuencia de que se salía de un régimen autoritario, se generó una teoría educativa que defendía la espontaneidad. "Pero la espontaneidad no existe -matizó-, es un autoengaño que pretende hacernos creer que podemos actuar sin convenciones o normas. Pero educar es domesticar en el sentido de enseñar a practicar vínculos con los demás a través de prácticas, rituales diarios".

Y una tercera idea: no hay educación sin autoridad "porque no la hay sin puntos de referencia, aunque los jóvenes puedan rebellarse para sustituirlos por otros. Hemos sustituído la autoridad por el principio de la motivación; hemos acostumbrado a nuestros jóvenes a no actuar si no están motivados, a costa de la formación de su carácter. El progresismo (falso) que delimitó la autoridad hizo el trabajo sucio a la sociedad consumista. Sin autoridad lo que se consiguió fue educar para la docilidad".