Miles de personas se sumaron a la fiesta organizada en Rosario en homenaje al "Che", transformado en un mito para los jóvenes izquierdistas latinoamericanos y en uno de los más importantes iconos publicitarios del siglo XX.

Jóvenes guevaristas llegados de todo el país, portando banderas argentinas, rojinegras y pancartas reivindicativas, y luciendo camisetas y gorras con el rostro del guerrillero, abarrotaron la plaza Ernesto "Che" Guevara, donde quedó instalado un "Che" monumental de bronce con la mirada perdida en el horizonte, tal como lo retrató el fotógrafo cubano Korda en 1960.

Hasta los hinchas del Rosario Central, el equipo de fútbol del que era seguidor el "Che", se sumaron a la celebración y acudieron a la plaza portando banderas azules y amarillas con la imagen del revolucionario y lemas como "Hasta la victoria final, canalla", o "Si jugaras en el cielo, moriría por verte".

En medio de la muchedumbre, un hombre vestido de verde olivo, con una boina negra, la barba descuidada y el pelo revuelto, llamaba la atención de más de un despistado que volvía la cabeza para asegurarse de que no se trataba del propio Ernesto Guevara.

Rubén Pérez, un actor bonaerense que trabajó durante años en España encarnando al "Che" en obras de teatro y espectáculos en la calle, no quiso perderse hoy el homenaje y se presentó en Rosario caracterizado de Guevara.

"Me parece un personaje ideal, con unos valores inigualables. No existe ningún dirigente mundial que pueda equipararse", explicó a Efe este actor, convencido de que, después del homenaje de hoy, "el 'Che' está volviendo a tener su lugar en Argentina".

El plato fuerte de la fiesta de Rosario fue la inauguración de la estatua del "Che", obra del escultor argentino Andrés Zerneri, elaborada con más de 75.000 llaves y objetos de bronce donados por 14.000 admiradores de Guevara que quisieron sumarse a este homenaje colectivo.

Este "Che" de bronce mide cuatro metros, pesa tres toneladas y muestra al guerrillero de cuerpo entero, caminando y con la expresión recogida por Korda, con boina y cabello largo y revuelto.

El monumento de Rosario está orientado al nornoroeste, para cruzarse con la mirada de la escultura del revolucionario que preside el Mausoleo de la ciudad cubana de Santa Clara, orientada al sursureste.

Antes de asentarse definitivamente en Rosario (a unos 350 kilómetros de la capital argentina), la estatua recorrió algunas de las más emblemáticas avenidas de la ciudad, y surcó el río Paraná durante cuatro días en un barco arenero.

La conmemoración reunió a viejos amigos del guerrillero, como Alberto Granado, que viajó desde La Habana para participar en el homenaje, y Carlos "Calica" Ferrer, a sus hijos, Aleida, Celia, Camilo y Ernesto, residentes en Cuba, y a miles de simpatizantes del ideario "guevarista".

En nombre de los familiares del "Che", Aleida Guevara reivindicó la vigencia de las ideas de su padre y se preguntó "de qué sirven los discursos y los monumentos si no llevamos a la práctica sus ideales".

Para los octogenarios Granado y "Calica", compañeros de Guevara en los viajes de juventud por América Latina que marcaron la personalidad del guerrillero, si el "Che" viviera hoy tendrían que haberlo "arrastrado" a su propio homenaje.

"Se merece todo lo que se está haciendo para homenajearle, aunque quizá no le gustara, porque es un ejemplo de juventud, de valentía y de hombre que vive y muere por un ideal y porque el mundo se proyecta a través de sus ideas", apuntó Granado en una reciente entrevista con Efe en Buenos Aires.

Granado y "Calica" evocaron en estos días las experiencias que compartieron con su amigo Guevara, cuando todavía era "Ernestito", "Fúser" o "El Pelao", como le llamaban cariñosamente en su juventud.

Poco después, Ernesto Guevara se uniría a Fidel Castro y aceptaría el sobrenombre del "Che" con el que lo bautizaron sus compañeros en la revolución cubana.

Tras acompañar a Castro en sus primeros años de gobierno, Ernesto Guevara de la Serna se lanzó a la aventura de exportar la experiencia revolucionaria a América Latina, hasta que fue capturado y asesinado por el Ejército boliviano en La Higuera, en 1967.