"Nunca nadie nos dijo que lo había visto tras hacerlo desaparecer, ni haber coincidido con él en un campo de detención. Pero tenemos la esperanza de pueda ser uno de los 600 cadáveres que están a la espera de ser identificados", asegura desde A Fonsagrada (Lugo) Estela, hermana de José Nicasio Fernández Álvarez. La pista sobre su paradero se pierde la misma noche de su desaparición.

Entrada la madrugada del 9 de noviembre de 1976, el reloj se detuvo en la casa del coruñés José Nicasio Fernández Álvarez, Pepe. "Levántense y vayan todos al comedor de delante". Las órdenes fueron dadas con megáfonos desde el patio de la casa. Tras amenazarlo de muerte a él y a su compañera, Graciela, unos 20 hombres arrastraron al economista de 27 años a la calle, lo metieron en una furgoneta y lo hicieron desaparecer. Estela, la única de sus cuatro hermanos afincada en Galicia, afirma no conocer actividad política alguna de Pepe. La familia

-según relata Estela desde su casa de A Fonsagrada- nunca lo vio con amas ni participando en actividades que se pudiesen considerarse subversivas. "En aquellos años, los estudiantes nos manifestábamos. Eso no significaba militar en ningún partido. Salir a la calle en apoyo a las causa que considerábamos justas no era hacer política", recuerda Estela.

Tras más de 30 años buscando información que les llevara a conocer algo sobre la desaparición de Pepe, ahora una puerta se abre. Su familia, como la de los más de 300 gallegos desaparecidos en la dictadura, quiere poner fin a sus más de tres décadas de luto. Ya no quieren llorar a sus muertos en la intimidad. Su deseo es poder recuperar sus restos y darles el duelo que nunca tuvieron.