En una entrevista concedida a Efe, Pujol ha explicado que esta nueva novela contiene dos historias, "La plaza de piedra" y "La lección del fantasma", "escritas sucesivamente y que se publican en un mismo volumen por una cuestión editorial".

Roma es su "pasión personal", una pasión de la que ya dio fe en su primera novela, "La sombra del tiempo" (1981), aunque situada en una época diferente.

Se trata, dice, de "un lugar al que procuro ir siempre que puedo y que además conozco muy bien".

Ahora ha querido situar el argumento en dos "momentos críticos" de su historia reciente: poco antes de 1870, en la Roma inmediatamente anterior a la desaparición de los Estados Pontificios, que da pie a la creación de la moderna Italia; y en los años del régimen de Mussolini previos a la entrada del país en la Segunda Guerra Mundial.

Según Pujol, situar la narración en momentos críticos de la Historia, algo que es habitual en sus libros, le sirve para situar "el dramatismo y el caos exterior como perfecto contrapunto a los dramas íntimos que se cuentan". Sin embargo, aclara, "la Historia aparece como con pinceladas".

En esos dos decorados literarios sitúa Pujol a "una serie de personajes principales, todos españoles, que están en Roma por distintos motivos".

En "Dos historias romanas" (Destino), Pujol continúa con el uso de la primera persona -la voz que ha utilizado en diez de sus once novelas-, porque cree que "da más juego narrativo y me permite una cierta ambigüedad".

"Sólo se cuenta lo que ve el narrador, que se equivoca y rectifica junto con el lector", repone Pujol.

Sobre los dos momentos históricos elegidos, el autor matiza: "el Imperio Romano me resultaba muy lejano y en mi mente aparece como un decorado del señor Bronston, y el Renacimiento es también una época un poco remota".

Para Pujol, las dos épocas en que transcurren esas dos historias romanas son "más recientes y más agradecidas": "Es el fin de la Roma secular, la Roma del poder de los Papas que ha durado casi 17 siglos, y también es la Italia que vive con Mussolini una farsa, una comedia, pues todavía no ha llegado la tragedia de la guerra".

El autor se mantiene fiel a su estilo narrativo, en el que nunca faltan las gotas cómicas: "Una novela sin humor no es tal novela, pues el humor ayuda a atenuar los dramas íntimos".

Como también suele ser habitual en sus libros, cada una de las dos historias concluye con una breve relación de personajes, "Dramatis personae" para el autor, en las que el humor rebrota con naturalidad, como "una sonrisa de final de lectura".

De ese sentido del humor tan particular de Pujol salen entradas como "Francisco Franco, Caudillo se supone que por gracia de Dios"; "Adolf Hitler. Fue cabo durante la gran guerra, pero ya ha ascendido; o Luis XVI, rey de Francia. La Historia le hizo perder la cabeza".

Asegura que desliga totalmente su actividad como jurado de premios literarios, su "oficio", de la de escritor de novelas, su "capricho".

Pujol confiesa que al proceder de la Universidad, su cabeza literaria está hecha de clásicos como Dante, Baudelaire, Balzac, Proust o James, pero no reniega de otras fuentes como el cine.

De hecho, considera que "en los siglos XXI y XXII seguramente se considerará grandes autores a los guionistas de Hollywood, como pasó hace siglos con el teatro o la poesía épica, que ensombrecían a la novela, entonces tenida como una cosa frívola, de entretenimiento".