El orígen del vapor que sale del subsuelo de Nueva York. De eso habló pero también de lo contrario. La impresión de un viaje a Alaska para pescar fue otro de los motivos que le sirvieron a Fesser para exaltar la naturaleza americana. "Viajar allí -explicó- fue un privilegio porque me permitió ver la vida en sus estados más elementales en ese territorio que tiene más ríos que carreteras y cuyos ríos tienen a su vez ramales que ni se conocen. Espectáculo impresionante, experiencia inolvidable que me permitió incluso conocer en un punto concreto todo el ciclo de la vida animal".

Las familias americanas, sus casas unifamiliares, sus fiestas, como Halloween o el Día de Acción de Gracias, ceremonias tan características como las de graduación de los estudiantes, el modo de relacionarse los vecinos... de todas esas cosas habla en su libro Fesser y lo han sintetizado en un texto. "A cien millas de Manhattan John Raucci toma aire, aprieta los cordones de sus zapatillas y se dispone para la carrera sin saber que no será ésta la más dura de su vida. A cien millas de Manhattan Steve Mosto, músico de vocación, se prepara para adentrarse como cada mañana desde hace más de veinte años en los dominios del vapor, en el subsuelo de la Gran Manzana. A cien millas de Manhattan el paso de las estaciones acompaña la pesca del salmón, el rumiar de los bisontes en las inmensas praderas, la voz poderosa de los osos, las barbacoas al aire libre, las calabazas de Halloween. El olor de la madera y la melodía del hacha sobre el tronco del arce centenario intensifican el ritual de la recogida del sirope. A cien millas de Manhattan permanece aún el recuerdo de miles de esclavos que siglos atrás aprovecharon el silencio de la noche para lanzarse a una odisea en busca de la libertad. Apenas cien millas para contemplar una América distinta".