La mujer ocupó una multiplicidad de trabajos invisibles en los años de posguerra y en los 50; desde los que se desarrollan en espcios que combinan lo público y lo privado hasta los que son considerados como "no trabajo", sin olvidar la pervivencia del trabajo informal en la agricultura. Trabajos sin cotizaciones sociales como la costura a domicilio, el pupilaje o la atención a huéspedes, pequeñas manufacturas a domicilio, servicio doméstico, limpieza por horas... "Resulta de todo punto impensable -afirmó Baviano- que, en el contexto de hambre, racionamiento y estraperlo de los años 40, las mujeres no desempeñasen todo tipo de actividades económicas no reconocidas socialmente pero que resultaban imprescindibles para la supervivencia del grupo doméstico. Desde el menudeo del estraperlo a la venta de leña, el trabajo de lavandera... lo que ya en los 60 se convirtió en costura u otros trabajos a domicilio".

En la última parte de su conferencia, Babiano habló del incremento progresivo de la participación directa femenina en la acción sindical, desde finales de los sesenta en adelante.

"Se activó una nueva militancia femenina -explicó- estrictamente laboral, vinculada directamente a las condiciones de producción de bienes y servicios y teniendo como escenario el centro de trabajo. En este escenario, el espacio principal de militancia fueron CCOO, aunque sus miembros y cuadros constituían un mundo esencialmente masculino. Pero en esa etapa surge una generación de mujeres nacida en los primeros 50, sin nada que ver con la experiencia de posguerra, que solían estar vinculadas antes a un partido como el PCE o similares. Fue una irrupción diferenciada con un espacio mixto de socialización que iba mucho más allá de la actividad estrictamente política o sindical de sus predecesoras"