La actual crisis alimentaria amenaza a todos los países, incluidos los ricos, pero no hay coincidencia para determinar sus causas, lo que dificulta la búsqueda de soluciones, según se puso de manifiesto en la cumbre convocada por la FAO para afrontar el alto precio de los alimentos. En este encuentro en Roma, que se prolongará hasta el próximo día 5, participan unos cincuenta jefes de estado o de gobierno y más de un centenar de ministros.

El director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jaques Diouf, advirtió de que la crisis alimentaria va más allá de la dimensión humanitaria tradicional y afecta a todos los países, incluidos los desarrollados. Por ello, exigió superar los intereses a corto plazo a la hora de abordar los desafíos del cambio climático, la bioenergía y los altos precios agrícolas.

Diouf indicó que el camino para salir de la crisis es invertir 30.000 millones de dólares anuales en agricultura; una solución en la que coincidió el secretario general de la ONU, Ban ki Moon, al recordar que "el mundo necesita producir más comida".

"La producción necesita crecer en un 50% para el año 2030 con el objetivo de copar la actual demanda", aseguró Moon, que recordó que en el mundo existen 850 millones de personas hambrientas, cifra que puede crecer en cien millones en los próximos años, según el Banco Mundial.

A la necesidad de invertir en la producción agrícola, se sumó el presidente francés, Nicolas Sarkozy, para quien es necesario potenciar la agricultura local en los países en desarrollo.

Mala distribución

Sin embargo, no todos se mostraron de acuerdo. La presidenta de Argentina, Cristina Férnandez, aseguró que la causa de esta crisis es más bien de distribución, debido al oligopolio en el sector y al proteccionismo agrícola de los países ricos. Unas afirmaciones en las que coincidió el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien reiteró que "la actual crisis mundial de alimentos es una crisis de distribución y de proteccionismo". "Muchos de los que responsabilizan al etanol de los altos precios de los alimentos son los mismos que hace décadas mantienen políticas proteccionistas, en perjuicio de los agricultores de los países más pobres y de los consumidores de todo el mundo", denunció Lula.

Precisamente, el etanol y el resto de los biocombustibles son las causas que algunos consideran clave en el alza de los precios en los alimentos. Entre ellos estuvo el vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, que explicó que "el funesto consumismo ha llevado a la siniestra estrategia de convertir granos y cereales en combustibles".

El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, pidió por ese motivo la creación de "un código de conducta internacional, que reconsidere la expansión de la producción de los biocombustibles y establezca las normas para el uso responsable de las cosechas, como alimento para los seres humanos, no como combustible para los motores".

Lula no estuvo de acuerdo. "los biocombustibles no son el villano", remachó. Nicolas Sarkozy y Rodríguez Zapatero estuvieron de acuerdo.

Sarkozy dedicará en los próximos cinco años mil millones de euros al África subsahariana, mientras Zapatero comprometió 500 en cuatro años para luchar contra la crisis mundial.

Las propuestas fueron variadas y así el presidente de Irán, Mahmud Ahmedineyad, ofreció como solución para superar la crisis el acceso al poder de dirigentes "puros y monoteístas".

El papa Benedicto XVI, por su parte, reclamó en un mensaje dirigido a la cumbre que el hambre y la malnutrición "son inaceptables" en un mundo que dispone de niveles de producción, recursos y conocimientos suficientes para poner final "a tal drama y a sus consecuencias".