La cita se multiplicó en puntos estratégicos de la malla bajo tierra después de que la iniciativa se expandiese a lo largo de la ciudad, especialmente entre los jóvenes, que acudieron en masa hasta las estaciones para viajar sin rumbo en unos vagones que ayer vieron cómo las habituales saturaciones del fin de semana hacían inasumible el control el lugares como Liverpool Street, confluencia de cuatro rutas y primera de las seis paradas en las que se suspendió el servicio.

La quedada surgió ante la entrada en vigor de la decisión del desde hace un mes nuevo alcalde de Londres, Boris Johnson, de prohibir el consumo de alcohol en todas las modalidades de transporte público como medida para tratar de reducir la creciente violencia en la ciudad del Támesis, donde sólo este año ya han fallecido de forma violenta 14 jóvenes, y de hacer los trayectos "más agradables".

Sin embargo, los ciudadanos consideran la prohibición, primera medida de Johnson una vez se hizo con el bastón de mando, un atentado contra su propia libertad y así lo expresaron en la masiva convocatoria de ayer, en la que finalmente no sólo se produjeron desperfectos en las estaciones más concurridas, sino que algunos de los propios trabajadores sufrieron el nivel etílico que parte de los participantes llegó a alcanzar tras horas bebiendo a lo largo de la red del metro de Londres.

Así, cuatro conductores, tres miembros de la plantilla de tierra y dos agentes de la policía fueron asaltados por una masa de la que hasta 17 personas fueron conducidas hasta dependencias de la comisaría, mientras que numerosos vagones sufrieron daños materiales de tal magnitud que todavía hoy permanecen fuera de servicio, con la consecuente suspensión de la oferta normal del 'tube' londinense.

EVOLUCIÓN

Por ello, la Policía lamentó que la evolución de una convocatoria que surgió de forma amena bajo el lema 'Última ronda en el metro' se saldase con un "desafortunado" desenlace, debido a los altercados provocados por algunos de los participantes, que se animaban entre sí a aumentar el consumo antes de medianoche, cuando la medida entraba en vigor y, entre cánticos e incluso congas, organizaron concursos para el trago previo al inicio de este 1 de junio en que la mera apertura de una botella en un medio de transporte de Londres, independientemente de que se consuma, puede acarrear una sanción.

El centro neurálgico fue la conocida como 'Circle line', puesto que su itinerario circular permitía subir y bajar en la misma parada, y en principio la convocatoria fue bien vista incluso por los propios empleados, puesto que surgió como una celebración que, sin embargo, con el paso de las horas acabó como un campo de batalla en el que se hacía imposible caminar sin tropezar con una botella.

Además, las peleas entre los promotores, los enfrentamientos con los usuarios que ayer tomaron el metro simplemente para desplazarse y la repetición de imágenes de gente vomitando se convirtieron finalmente en el sello de la convocatoria, en la que parte de sus asistentes aprovecharon también para romper los carteles informativos y el mobiliario de las estaciones.

Así, la deriva emprendida llevó a que al cierre de la estación de Liverpool Street se produjese paulatinamente el de las paradas de Euston, Euston Square, Aldgate, Gloucester Road y Baker Street, tras daños en vehículos policiales e, incluso, ataques a agentes de la seguridad que llegaron a dejar a uno herido.