- ¿Qué balance hace de estos 25 años?

- Es un balance muy positivo porque el movimiento ha experimentado una gran evolución en Galicia y cuenta con una gran influencia en el resto de España y en Portugal.

- ¿Cómo ha influido en el sistema educativo?

- Ninguno podíamos pensar en 1983 que cinco o siete años después el Ministerio de Educación iba a reconocer oficialmente ese trabajo como parte del currículo de la enseñanza. Otro avance importante es que vamos entrando en la Universidad, aunque aquí aún queda mucho camino que recorrer. Y hay otro peldaño: la Educación para la Ciudadanía.

- Un peldaño polémico...

- La polémica salta desde la Confederación Episcopal Española, que entiende que el Estado y el sistema educativo no deben entrar en cuestiones de ética y moralidad, lo cual es un disparate. El Estado tiene la obligación, porque así está recogido en la Constitución, en los tratados europeos y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de formar a sus ciudadanos en el respeto a los derechos fundamentales. La Iglesia aún no ha asumido que España es un estado aconfesional y que no debe pronunciarse respecto a ninguna religión.