En el sureste de México, cerca de la frontera con Guatemala y Belice, el Consorcio Chiclero apuesta por la conservación activa de la selva con la producción de un chicle natural como alternativa a las gomas de mascar derivadas del petróleo.

Esta cooperativa, formada por 2.000 personas y 56 organizaciones, tiene la filosofía de que el ser humano capaz de vivir de la naturaleza trabajará para conservarla, algo que ellos hacen con 800.000 hectáreas de chicozapotes -unos 20 millones de árboles- en una zona en la que se desarrolló la civilización maya.

Para presentar el producto, este consorcio eligió la Feria de Productos Naturales y Orgánicos de Londres, que termina hoy y donde también empresas argentinas y españolas mostraron sus propuestas ecológicas.

Los trabajadores "chiclean" estos árboles centenarios, es decir, les hace hendiduras en la corteza y parte de la albura (la parte más joven del tronco) para conseguir látex.

Por los canales tallados en la corteza baja esta sustancia, que se hierve hasta su deshidratación, momento en el que se deja enfriar, se funde con otras ceras y se mezcla con azúcar de caña y jarabe de agave.

Por cada temporada en la que el árbol está activo, le dejan siete años de descanso para que vuelva a generar látex.

Esta especie vegetal no crece fuera de su ámbito natural, por lo que no pueden hacerse plantaciones.

En declaraciones a Efe, uno de los responsables del Consorcio, Pablo Muñozledo, indicó que la producción de este chicle orgánico permite que el bosque esté sano, al igual que las familias que lo habitan, que pueden beneficiarse del negocio derivado de su venta.

Con su filosofía de conservación del entorno, el producto resultante también es natural y no contiene conservantes ni espesantes, hasta el punto de que es biodegradable: una vez mascado se deshidrata y se convierte en polvo.

Serán las tiendas de productos orgánicos y las cooperativas de distribución europeas las que vendan Chicza, que producirá un máximo de doscientas toneladas de chicles al año.

Porque, como dice el director del Consorcio Chiclero, Manuel Aldrete, el comercio justo acaba por resolver más los problemas de conciencia de los compradores que las dificultades de los productores.