Montoya, que fue el encargado de la conferencia de clausura en las jornadas Sociodrogalcohol 2008, que se celebran en el Palacio de Exposiciones y Congresos de A Coruña desde el pasado jueves, indicó que, en estos momentos, el problema de la nicotina "es uno de los más importantes en salud clínica" en Estados Unidos.

Actualmente, además del desarrollo de la vacuna contra el tabaco, ya en Fase 3, lo que significa que ha superado los ensayos clínicos en más de 300 pacientes durante más de 12 meses, se está estudiando la de la cocaína, pero "a esta todavía le queda tiempo", aseguró Montoya.

Esta vacuna contra la nicotina "no es la panacea" aseveró este experto, pero ha ofrecido resultados "de efectividad un 15 por ciento superiores a los placebos".

Tras los ensayos, Montoya explicó que, a los 12 meses de aplicación de la vacuna en la muestra de población utilizada para esta fase, un 20 por ciento dejó de fumar, un porcentaje que "podría aumentar si se combina con otros tratamientos".

Estas personas a las que se aplicó el medicamento eran todas "grandes fumadoras, con una adicción muy fuerte y que presentaban grandes dificultades para dejarlo", lo que abre la puerta a que el resultado sea incluso superior a ese porcentaje.

Montoya indicó que, por el momento, esta vacuna sólo sería aplicable a personas fumadoras, aunque el reto "es lograr su uso para aquellas que nunca hayan consumido y que en el inicio hagan que no les guste o que no lleguen a hacerse adictas".

Ahora, la siguiente fase se centrará en "la realización de pruebas en un número muy amplio de población " y tras el análisis de los resultados, "si estos son como se espera", se procederá a someterla a la aprobación de la agencia estadounidense del medicamento.

Dada todavía la fase de investigación es difícil saber el coste de este fármaco, señaló.

Respecto a los avances en la vacuna contra la cocaína, Montoya dijo que existen "resultados prometedores", pero todavía queda "un largo proceso", ya que se están definiendo los protocolos de evaluación para determinar su seguridad y eficacia y poder proceder a posteriores ensayos clínicos.

En cuanto a las regulaciones y su efecto en la población para dejar de fumar, Montoya aseguró que, desde la entrada en vigor de medidas restrictivas, similares a las españolas "que no permiten fumar en muchos bares y restaurantes", se ha observado un "descenso constante en los últimos años".

Aunque, indicó, "no se han obtenido descensos destacados en pacientes psicóticos o con problemas afectivos, en mujeres y en adolescentes, sí hay descenso, pero menor que en el resto de los colectivos", matizó.

En este sentido, y centrándose en las mujeres, subrayó que "cuestiones hormonales y genéticas" puede tener relación directa con la mayor dificultad que presentan las mujeres para dejar de fumar, a lo que añadió "se ha constatado que durante la menstruación tienen mayores problemas para dejarlo".