El instrumento principal de este estudio, en cuyo desarrollo han participado 105 alumnos de Educación Infantil pertenecientes a dos centros de Granada, pasa por reducir el comportamiento antisocial en menores de 3, 4 y 5 años, para lo cual se les aplicó el programa que denominan "Aprender a Convivir".

En este programa, que aspira a incorporar al currículum de Educación Infantil sus contenidos y que se desarrolló a lo largo de varios meses, dos horas por semana, se trabajó a través de cuatro bloques: normas y cumplimiento, sentimientos y emociones, habilidades de comunicación y ayuda y cooperación.

El responsable de la investigación, Fernando Justicia, ha explicado a Efe que las actividades del programa se llevaron a cabo con el uso de una serie de marionetas, que hacían llegar de manera más cercana y eficaz a los menores los conocimientos que debían adquirir y las actitudes que habían de asimilar.

De esta forma, los niños, en los que se constataron cambios y mejoras de conducta, podían aprender a través de juegos, canciones o dibujos, en definitiva, divirtiéndose.

Para conseguir con mayor eficacia las metas establecidas fue necesario trabajar conjuntamente con los padres, que debían estar involucrados en la mayor medida posible en el programa y reforzar así en sus casas los comportamientos aprendidos en la escuela.

Antes de poner en práctica el programa de intervención "Aprender a convivir" se comprobó que entre el grupo experimental y el grupo control utilizados no existían diferencias significativas en ninguna de las variables analizadas, tanto de competencia social como de problemas de comportamiento.

A la luz de los resultados obtenidos tras analizar los datos de varios cuestionarios -usados como instrumentos de evaluación- se comprobó que los niños que participaron en el programa eran más cooperativos, sabían compartir, escuchaban y respetaban a los adultos.

A su vez, sabían pedir ayuda cuando la necesitaban, pedían perdón, reconocían cómo se sienten los demás, se adaptaban bien socialmente con sus compañeros de clase o eran más independientes en la realización de sus actividades, todo esto tras su participación.

En cambio, las puntuaciones de las variables que se referían a conductas antisociales disminuían significativamente tras la intervención.

Asimismo, eran más reflexivos antes de actuar, agredían en menor medida o nada a los demás, no necesitaban llamar la atención a menudo, no mentían tanto, ni eran tan caprichosos y, por otro, no tenían problemas a la hora de hacer amigos, no se aislaban y actuaban como niños de su edad.

Entre otros aspectos, los niños reaccionaban sin poner mala cara ante lo que no les gustaba, se quejaban menos, no se mostraban tensos, ni nerviosos, ansiosos o tristes sin justificación aparente, demostraban interés y afecto por los demás, sin tener miedo al ridículo y fueron capaces de estarse quietos si la situación lo exigía.

Todas estas mejoras en los niños tras haber participado en el programa justifican, según sus investigadores, la importancia del programa "Aprender a Convivir", al estar centrado en el segundo ciclo de Educación Infantil, puesto que su objetivo principal es la prevención.

Se pretende así establecer las bases necesarias para que no tengan lugar comportamientos inadecuados en el futuro, dotando a los niños de un amplio repertorio de habilidades sociales para propiciar un adecuado ajuste social en su vida futura.