María de la Huerta / A CORUÑA

La cada vez más frecuente costumbre adolescente de emborracharse todos los fines de semana puede ser aún más perniciosa de lo que médicos, psicólogos y organismos públicos se afanan en pregonar. A los consabidos efectos inmediatos que traen consigo las melopeas (vómitos, dolor de cabeza, estado de alegría desmesurada o llanto, melancolía, agresividad...) se une el riesgo de desarrollar, a medio o largo plazo, una adicción real al alcohol. Los expertos lo tienen claro: dos de cada cinco adolescentes que se emborrachan un sábado sí, y otro también, podrían ser alcohólicos en la edad adulta. Un reciente estudio sobre el botellón, realizado por la Universidad de Valencia en colaboración con el Plan Nacional sobre Drogas, corrobora este extremo. "Más del 40% de los adolescentes que consumen alcohol de forma radical, es decir, en grandes cantidades y con bastante frecuencia, podrían terminar enganchados a la bebida", advierte María Teresa Cortés, profesora de Psicología de la Universidad de Valencia, que asiste estos días en A Coruña a las XXXV Jornadas Nacionales Socidrogalcohol.

Cortés presentó ayer el citado informe sobre el botellón, elaborado a partir de 6.000 encuestas realizadas a adolescentes y universitarios de la Comunidad Valenciana, pero cuyos resultados "son extrapolables a cualquier punto de España". "El fenómeno del botellón es igual en Alicante que en A Coruña", argumentó. Basándose en las conclusiones del estudio, esta psicóloga explicó que los patrones de consumo de los menores y los jóvenes de 18 a 25 años son "iguales" y que las diferencias entre sexos "se han recortado muchísimo" en los últimos años. "Los adolescentes de hoy en día beben tanto alcohol como los universitarios. Además, ya no hay diferencia entre el consumo de chicos y chicas; se han equiparado".

Percepción errónea

Una de los cuestiones más preocupantes que se desprenden del informe es, según Cortés, la percepción que tienen los jóvenes del fenómeno del botellón. "Muchas veces se justifican los botellones con el argumento de que son un punto de encuentro y diversión para los jóvenes, pero lo cierto es que éstos los ven más como una excusa para consumir alcohol que como una oportunidad para relacionarse con otros chicos. De hecho, cuando se les pregunta para qué van a los botellones, la mayoría responde que `para beber", indicó esta psicóloga.

Otro de los problemas que destapa el estudio de la Universidad de Valencia es "la ignorancia de muchos padres", que "desconocen o no quieren ver" qué es lo que hacen sus hijos cuando salen por las noches. "La mayoría de los padres no tienen ni idea de lo que está pasando, por eso es necesario un cambio en la percepción social que se tiene del consumo de alcohol entre los jóvenes", subrayó Cortés, quien además rechazó las justificaciones paternales del tipo "todo el mundo se ha emborrachado alguna vez".