A Raúl Jiménez Salazar, presidente de la Asociación Gitana Chanela y de la Federación Gallega de Asociaciones Gitanas, que representa a unas 1.200 familias gitanas de la provincia de Ourense, le gusta hablar de convivencia más que de integración, porque sostiene que la mayoría de los gitanos lleva una vida normalizada. "Cuando un payo comete pedofilia o maltrato nosotros no decimos que todos sean pederastas o maltratadores. Sin embargo, si un gitano trapichea con drogas, ya todos lo hacemos. Por cuatro pagamos los demás", denuncia.

Jiménez, mediador del Concello ourensano, afirma que el gitano encuentra grandes trabas a la hora de encontrar un empleo o una casa. "El gitano quiere trabajar y vivir normalmente, no en guetos. ¿Y qué son sino las viviendas de transición?", agrega.