Apuesta fuerte por Vigo con la inauguración de tres tiendas en un solo año.

Estábamos subrepresentados en una ciudad grande como es Vigo y ahora estaremos en consonancia con su población. Esta nueva tienda de A Laxe tiene las dimensiones suficientes para poder mostrar, por primera vez, todas nuestras líneas juntas. Pero haremos una reestructuración y cerraremos la tienda de Plaza Elíptica.

Desde sus inicios en la sastrería masculina ha ampliado sus diseños a casi todos los públicos imaginables: mujer, niño, joven, complementos, tallas grandes, hogar... Pero, ¿qué le divierte más en este momento de su vida?

Lo que más gracia me hace es siempre lo nuevo. Cuando no dominas algo técnicamente, te picas para conseguirlo. Pero en general prefiero la moda de mujer, que es más divertida y variada y no tan uniforme como la del hombre.

No se olvida de las mujeres de talla mayor a la 44, un detalle que no tienen en cuenta muchos diseñadores.

Pues hacen muy mal, porque estas mujeres son tan sensibles a la belleza como el resto. Hay una demanda insatisfecha y yo tengo claro que se puede crear para ellas con el mismo rigor estético.

Y en los niños, ¿hasta qué punto cree que merece la pena ofrecerles diseño?

Más bien se lo ofrecemos a sus mamás, que son seguidoras de mis diseños y les gusta que sus niños vistan parecido. No pretendemos cubrir a todos los compradores, sino a unos específicos; a la inmensa minoría, como decía Juan Ramón Jiménez.

Esa “inmensa minoría” a la que se dirige, ¿ha cambiado mucho a lo largo de estos años?

No ha cambiado mucho. Los gustos varían, pero mantenemos las mismas soluciones estéticas. Lo que siempre vemos es que cada generación rechaza la manera de vestir de sus padres y le gusta la de sus abuelos.

¿Cuál es esa base del diseño de Adolfo Domínguez que sobrevive al paso del tiempo?

La voluntad de poesía, la belleza y la sencillez. Buscamos seducir y que nos quieran y nos vestimos precisamente para eso.

Belleza, poesía... ¿La moda es todo un arte?

Tiene un alto componente artístico, pero no es arte; si acaso se podría decir que es un arte funcional. En ese tema soy de los antiguos: entre Las Meninas y Snoopy hay muchas diferencias y también entre Mozart y Balenciaga. Para ser diseñador hay que tener una buena formación artística, pero también hay que saber que la moda no es una de las Bellas Artes, porque tiene unas necesidades funcionales.

¿ Asistimos a un momento de uniformidad en las pasarelas?

El ser humano siempre innova y emula. Todos necesitamos esquemas y el revival es lógico. La gente se cansa de innovar y, tras una etapa de muchos cambios, como el siglo XX, se produce un agobio y llegan tiempos en que se necesita descansar y repetir estilos, que también es muy bonito.

No es muy asiduo a participar en grandes pasarelas. ¿No las consideras necesarias para dar a conocer sus colecciones a un mayor público?

Hago un esfuerzo de comunicación y, por ejemplo, el próximo mes presentaré mis colecciones en pasarelas de Chile, Lima y Salvador. Sin embargo, dentro de España no las considero ahora mismo imprescindibles para mí, porque ya me conocen. Prefiero mostrar mi moda a través de los escaparates de las tiendas, que son también pequeñas pasarelas. En Galicia hay empresas de gran envergadura y siempre nos hemos apañado bien sin estas pasarelas.