La timidez nace y se hace, se aprende en casa, es contagiosa y puede obedecer a un trauma repentino. Esas fueron algunas de las claves que aportó ayer en el Club FARO la psicóloga y periodista Pilar Varela, que habló de "Cómo superar los problemas de timidez".

Tras ser presentada por la periodista de FARO Marta Fontán, Pilar Varela destacó que la timidez afecta a una de cada cuatro personas, por lo que en España se estima que viven unos 10 millones de tímidos. La definió como "una experiencia íntima de malestar e inhibición en situaciones interpersonales que interfiere en la consecución de objetivos vitales, como el amor y el trabajo".

Recordó que este rasgo de la personalidad no ha sido considerado en el pasado como algo serio, sino como una característica más, y apenas se le ha otorgado importancia: "Es como llevar zapatos marrones o haber nacido en Segovia: no se le da importancia, se la considera algo propio de la infancia o de la adolescencia". Sin embargo, subrayó que la timidez es una de las causas principales de la soledad, como el fracaso escolar, el alcohol y otras adicciones.

La autora del libro "Tímida-mente", uno de los escasísimos tratados que se han escrito en España sobre la materia, distinguió entre la timidez normal y la patológica. En su grado extremo, produce fobia social. "Todos nos hemos ruborizado en un momento dado, nos han sudado las manos... la diferencia está en el sufrimiento". Puso el ejemplo de Elfriede Jelinek, Premio Nobel de Literatura y autora de la novela "La pianista", que fue incapaz de acudir a recoger el premio de la Academia Sueca por su fobia social.

Introversión y vergüenza

Distinguió entre el tímido y el introvertido, que es el que prefiere el aislamiento o la soledad. "En una fiesta, el introvertido estará solo porque quiere, mientras que le tímido estará solo porque no se atreve", explicó. También diferenció la timidez de la verguenza: el tímido es vergonzoso, pero no todos los vergonzosos son tímidos.

Lo que parece definitorio de la timidez es el sufrimiento: un estudio de la psicóloga Naomi Eisenberger citado por la conferenciante y publicado en la revista "Science" demostró que el rechazo social activa los mismos centros del cerebro que el dolor.

¿Qué le ocurre al tímido? Pilar Varela lo resumió en tres frases: "Me pongo colorado, no me atrevo y no me soporto". En el cuerpo, se produce la eritrofobia, el miedo a ponerse colorado. El corazón late más deprisa y las palmas de las mano y las axilas sudan copiosamente.

En cuanto a la mente, el tímido está siempre preocupado. Lleva a cabo una "rumiación", le da excesivas vueltas a las cosas. Además, "se mira el ombligo, tiene escasa seguridad en sí mismo y sobreestima sus probabilidades de error".

Con respecto a la conducta, el tímido -afirmó la psicóloga y divulgadora- "se atreve menos, liga menos, habla menos y no toca". Además, le faltan habilidades sociales, como saber dar un pésame, besar a un niño o mantener una conversación trivial en un ascensor. Ante esta dificultad, evita estas situaciones -coincidir en un ascensor con un vecino-, disimula y compensa: "Muchos actores famosos son tímidos -aseguró-, al representar un papel en el cine no representan su propio papel".

Vergüenza, miedo, soledad y melancolía son algunos de los sentimientos que padecen los tímidos. "Nuestra sociedad competitiva no tolera la timidez, sobre todo en la edad adulta", resaltó Pilar Varela, quien destacó que la timidez no se puede curar, ya que no es una enfermedad, pero sí que se puede reducir y manejar. Para ello aconsejó "reconocer el problema", "mejorar el conocimiento propio" -evitando las conductas compensatorias, como hablar por los codos- y "reforzar el yo", la autoestima: "Todos valemos la pena. Muchas capacidades de seducción están escondidas en un bolsillo".