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Las "madrinas" de los presos de Figueirido

Los represaliados del franquismo cautivos en este cuartel recibían la ayuda de varias vecinas del entorno de Salcedo y de Vilaboa

Carmen Ferreira Peón en una imagen familiar. // FDV

El Bosque da Memoria, plantado por el colectivo A Regaduxa de Vilaboa ante el cuartel de Figueirido, reivindica la memoria de todos los republicanos que allí sufrieron prisión o incluso fueron ejecutados, cuando esta instalación se convertió en cárcel franquista. También quiere ser un homenaje a sus familias y a los vecinos de la zona que desinteresadamente les prestaron apoyo.

Figueirido fue cárcel desde 1938 a 1943, como explica el historiador Xosé Álvarez Castro. Antes esa zona acogía el campo de tiro del Regimiento Ligero de Artillería número 15 de Pontevedra. Allí se realizó el primer fusilamiento de Pontevedra. Fue al dentista Jacobo Zbarzsky, que tenía 22 años en 1936 y había dirigido las milicias que intentaron defender el Gobierno Civil de Pontevedra tras el golpe de Estado. Lo fusilaron el 2 de agosto de 1936.

Antes hubo algún "paseo" de presos, pero fue Jacobo Zbarzsky el primer fusilado tras Consejo de Guerra. Y de hecho, Xosé Álvarez Castro no tiene constancia de que hubiese ningún fusilamiento más en el campo de tiro. A Zbarzsky lo mataron allí porque en 1936 estaba en edad de hacer la mili y era brigada de complemento.

27 fusilados

Posteriormente, según Álvarez Castro, además de cárcel fue el "corredor de la muerte" de 27 presos (la mayoría asturianos, aunque también había algún palentino) que procedían del campo de concentración de Camposancos, en A Guarda. Cuando cae el Frente del Norte los llevaron a ese centro y allí se desplaza un tribunal volante desde Gijón para juzgarlos. Una vez que los condenan a muerte, los trasladan a Figueirido y los fusilan en Monte Porreiro el 2 de julio de 1938, a los 27. Fue el fusilamiento más numeroso de Pontevedra, sino incluso el más numeroso de Galicia.

Álvarez Castro también tiene constancia de que algún falangista asturiano fue a Figueirido a buscar a un vecino de su localidad para pasearlo, lo que al parecer era una práctica muy común de los falangistas: iban a un campo de concentración y sacaban presos a la carta para fusilarlos. En Figueirido también pasó.

Las madrinas

Además de a los presos, el Bosque da Memoria homenajea a las madrinas. En su inauguración, Xosé Álvarez Castro leyó la carta que un preso asturiano envió a Carmen Ferreira Peón, vecina de Salcedo, que lavaba la ropa de los presos. Entre la tela solían meterles alguna nota. En una ocasión le interceptaron una y fueron encausadas tanto ella como su hermana Peregrina.

"Me acuerdo de los presos a los que mi madre les lavaba la ropa. Teníamos que calentar agua para escaldarla porque los piojos no salían. Íbamos a la puerta y los soldados nos daban la ropa y luego le devolvíamos cada bolsa con su nombre. Y alguna vez si hacíamos una rosca le mandábamos un trozo. Teníamos presos 'fijos' a los que le lavábamos la ropa y uno que era de Asturias vino a despedirse de nosotros cuando lo dejaron libre. También me hicieron una pulsera de plata y otra de reales", narró Amelia, hija de Carmen Ferreira Peón para el programa municipal "A memoria das mulleres".

Era muy habitual que los presos hiciesen regalos a sus madrinas. Otra madrina fue Lali Carro. Algunos de los presos del cuartel a los que ella y su familia habían ayudado le hicieron cajas de madera con su nombre grabado. A su padre, Severino, le enviaron fotos dedicadas.

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