Seis años de prisión. La Fiscalía de Pontevedra mantiene su petición de condena para un vecino de A Estrada acusado de un delito de abuso sexual con acceso carnal contra una amiga suya. Un ilícito que habría cometido, según el Ministerio Público, aprovechándose de que esta mujer se encontraba semiinconsciente debido a los efectos de la ingesta, cuando menos, de bebidas alcohólicas.

Una mujer que, tal y como resaltó en sus preguntas la acusación particular, además habría padecido la "estigmatización" en el pueblo en el que reside debido a la denuncia contra esta persona, hasta el punto de que reconoció ante los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia de Pontevedra que "la única posibilidad" que encontraba para poder pasar página tras este suceso era "irme a vivir a otro lugar". De hecho, es algo que está barajando.

La víctima, que declaró detrás de un biombo para no tener contacto visual con el acusado, ratificó su denuncia por unos hechos que se remontan al 25 de agosto de 2016. Ella, junto al acusado y otros dos amigos de éste, acudieron a "tomar el pulpo" a una romería de la zona. Tomó tres tazas de vino y al poco tiempo comenzó a sentirse extremadamente mal. Incluso demasiado mal para lo que supone la ingesta de tres tazas de vino, llegando a manifestar en el juicio celebrado ayer su sospecha de que le pudieran haber "echado algo" en la bebida. Lo cierto es que tanto ella como todos los testigos que declararon ayer reconocieron que se encontraba muy mal llegando al punto de perder el conocimiento por momentos.

Fue ayudada por unas chicas que la encontraron tirada bajo un coche. Se disponían a llevarla a casa cuando el acusado y sus amigos dijeron que la llevarían ellos. Una vez en la vivienda de la mujer la dejaron en el sofá. La víctima afirma que, pese a su estado y a que perdió el conocimiento en varias ocasiones, sí que puede recordar "flashes" de lo sucedido. Recuerda que estaba durmiendo en el sofá y que Miguel, el acusado, había vuelto solo a la vivienda y le indicó que se fueran para cama: "Yo quería estar en el sofá, quería estar tranquila y dormir", afirmó ella en el juicio. Pese a ello, asegura que el acusado la llevó a la cama. Apenas sabe como en su estado pudo llegar al segundo piso en el que está el dormitorio: "Subí las escaleras a cuatro patas". Reconoce que no recuerda si se desnudó ella o lo hizo él, pero sí que acabó en ropa en interior en la cama y que el acusado se metió con ella. "Cuando me despierto veo que él me está tocando debajo de la ropa", afirma. Intentó "apartarle la mano pero me pesa mucho, no soy capaz de defenderme". Asegura que trató de adoptar una postura que dificultase que el acusado pudiera consumar el acto sexual pero que no fue capaz y la penetró. "Luego me dijo que se tenía que marchar y se fue", "recuerdo que me dejó incluso sin tapar y que yo tenía frío", añadió.

Miguel F. niega los hechos. Reconoce que una vez que la dejó con sus amigos en casa él volvió para asegurarse de que se encontraba bien, pues estaba sola en la vivienda y su estado era preocupante. También confirma que la ayudó a subir a la cama y a quitarle la ropa, dejándola en ropa interior, que la tapó y que él se quedó un rato tendido sobre la cama por fuera (sin taparse) y para vigilar su estado, porque ella así se lo pidió. No obstante, niega cualquier tipo de contacto o relación sexual.

La víctima tardó un mes en denunciar. En este tiempo reconoce que mantuvo contacto con el acusado y que él le llegó a enviarle un "whatsapp" pidiéndole "perdón" por lo sucedido. El acusado reconoce ese mensaje, pero niega que fuera una disculpa por haberse aprovechado de ella sexualmente. Afirma que, de hecho, le dice que se fue de su casa con un "calentón" porque no hizo nada.

La víctima explica que tardó en denunciar porque atravesó un periodo de cierta confusión por lo sucedido. El acusado era una persona muy cercana a ella y con familiares en común: "Me sentía muy mal, no entendía que me hiciera algo así", dijo. "Fui al cumpleaños para que todo fuera normal, porque no quería que se supiera, tenía vergüenza y me sentía culpable", añadió. "Estaba confusa no me podía creer que alguien en quien confiaba tanto me hiciese eso".

Declaración de los forenses

La declaración de las forenses el Imelga respaldan esta valoración de la víctima. Señalan que la sintomatología que presenta es compatible con un delito de abuso o agresión sexual. "La huella que ella presenta es muy específica de este tipo de delitos", explicaron. También confirman que la cercanía del acusado con la víctima explica la tardanza en denunciar. "Que haya tardado un mes en denunciar es plausible", dijeron, "ella valoraba la repercusión" que la denuncia "pudiera tener en su comunidad". Señalan que en estos casos es habitual que la víctima pueda sufrir un sentimiento "de estigmatización y culpa" de tal forma que "intentó pasar un velo por encima hasta que vio que no fue capaz".

Tras la denuncia, la mujer asegura que la reacción entre el vecindario fue la que temía y que todos los comentarios la señalaban a ella, comentando que era "una prostituta". El acusado, por su parte, ve dos posibles motivos de la denuncia que formula contra él. La primera que ella "igual quería algo más serio conmigo" y él no accedió. La segunda por razones "económicas". Sin embargo, la acusada respondió a preguntas de su abogada que la defensa le llegó a realizar una "oferta económica importante" para zanjar el caso y ella la rechazó.