La Organización Europea para la Investigación Nuclear, más conocida como CERN, cuenta con una importante representación de gallegos. Entre ellos se encuentran dos pontevedreses, los mellizos Jose y Salvador Ferradás Troitiño, nacidos el 1 de febrero de 1990. Ambos trabajan en la sección de diseño y tecnología de imanes superconductores. Llegaron hasta la ciudad Suiza de Ginebra con un expediente de excelencia académica en el instituto A Xunqueira I y tras haber estudiado Ingeniería de Minas (Jose) e Ingeniería Industrial (Salvador) en la Universidad de Vigo. Materia gris a pleno rendimiento procedente de la Boa Vila.

Deben su presencia en el laboratorio para investigación fundamental más grande del mundo a otro gallego de la provincia, Juan Carlos Pérez, natural de A Guarda y su supervisor. Pero la cosa no termina ahí, ya que, además, el hermano de este, Francisco Javier Pérez, también tiene una larga trayectoria en este centro.

Cuestión de oportunidades

"No es una cuestión de facilidad ser elegido. Lo importante es tener un perfil que encaje y te permita presentarte a los puestos abiertos. Por supuesto, los idiomas y un perfil internacional son muy importantes. En nuestro caso, Juan Carlos Pérez, que también tiene a su hermano trabajando en el CERN, fue quien nos dio la oportunidad de venir aquí y es una persona fundamental para nosotros", agradece Jose Ferradás.

El proceso de selección del programa recae, tras un primer filtro del departamento de recursos humanos, en el citado supervisor del proyecto. No existe una prueba específica, pero sí una entrevista personal.

Salvador Ferradás tiene un contrato de dos años, por lo que todavía le queda uno por delante. Por su parte, Jose Ferradás ya ha terminado ese tipo de contrato y acaba de comenzar su doctorado especializado en investigación. De momento, son por lo menos tres años más.

Su trabajo consiste en el diseño, construcción y primeras pruebas a temperatura ambiente de imanes superconductores. Los imanes son una pieza fundamental para el acelerador.

Un día cualquiera en el CERN comienza a las ocho u ocho y media de la mañana y termina, en teoría, a las cinco y media de la tarde. Sin embargo, existe cierta flexibilidad en los horarios.

Se celebran reuniones con frecuencia, en las que se comparte información y conocimientos con los expertos a nivel mundial en el campo. "Hay mucho feedback por parte de los demás del trabajo que realiza cada uno", reconoce Salvador Ferradás.

Los mellizos recalcan que en España hay muchos investigadores y que no forzosamente hay que emigrar para dedicarse a ello.

"Varios compañeros se dedican a la investigación en la Universidade de Vigo, de donde salimos. De todos modos, sí que es cierto que quizás existan más oportunidades y mejores condiciones fuera para trabajar en proyectos de investigación y desarrollo, o por lo menos aquí en el CERN", reconoce Salvador Ferradás.

Eso sí, en opinión de Jose Ferradás, la investigación en territorio español "se realiza con mucho más mérito que aquí, ya que lo hacen con muchos menos recursos, muchas más dificultades y unas condiciones delicadas".

En este sentido se anima a lanzar un mensaje en favor de la ciencia: "es importante que todo el mundo sepa que la ciencia es fundamental. Los grandes avances científicos repercuten en la vida de todos de manera esencial. La ciencia y la educación deben ser los pilares fundamentales de cada país, y es lo que hay que reivindicar y resaltar".

Cuando se les pregunta por las posibilidades que tienen de regresar a España para continuar trabajando de lo suyo, ambos lo tienen claro: es muy difícil. Pero, además, a ello habría que sumar unas condiciones laborales dignas.

"Lo importante no es si nosotros vemos viable volver con unas condiciones dignas, lo verdaderamente crucial es que la gente que ya está haciendo cosas extraordinarias en España las tengan. Cuando uno lee las dificultades que tienen, se pone verdaderamente triste. De nuevo, ciencia y educación son fundamentales", matizan.

En cualquier caso, reconocen que "quedarse toda la vida en el CERN es complicado" y que, precisamente, una de sus misiones es la de formar a los científicos del futuro para que "todo el mundo tenga una oportunidad".

Como buenos gallegos, los mellizos pontevedreses tienen "morriña" de su tierra y de su gente. "La verdad, no puedo decir que algo en el proceso estricto de adaptación haya sido difícil. La acogida fue excelente y no tengo nada de qué quejarme. Lo único que no es grato es alejarte de la familia y amigos. En mi caso, mi pareja está en Pontevedra por motivos laborales y de estudios, pero nos vemos cerca de una semana cada mes", cuenta el ingeniero industrial.

En este último aspecto, su hermano es algo más afortunado, ya que su pareja, Irene Del Rosario Crespo, también trabaja en el CERN.

Toda una vida en la ciencia

Juan Carlos Pérez lleva casi 24 años trabajando en el CERN. Lidera el laboratorio donde se diseñan y construyen todos los modelos cortos de los imanes que unos años después de instalarán en los aceleradores de partículas. A su cargo está un equipo de 25 personas, entre técnicos e ingenieros.

Forma parte de una familia dedicada a la ciencia, ya que su hermano Francisco Javier Pérez también trabaja en el laboratorio, como ingeniero mecánico en el grupo de tecnología de detectores en el departamento de física experimental.

Asimismo, su mujer, Marta Bajko, es la jefa de la sección encargada de los ensayos a temperatura criogénica de los imágenes. Y, por si fuera poco, su hijo mayor, Diego Pérez, es operador en uno de los aceleradores.

"Tengo la suerte de poder trabajar en el mejor laboratorio a nivel mundial en este campo. No existen muchas posibilidades en España en este campo. Creo que se podría hacer un poco más de esfuerzo en inversión para la ciencia en nuestro país", considera Juan Carlos Pérez.

De la misma manera, su hermano reconoce que cada día en el CERN es apasionante. "Es un desafío emocionante y el hecho de trabajar en un ambiente multidisciplinar con gente de todo el mundo es muy estimulante", asegura.

Los dos subrayan que todos los jóvenes que llegan hasta el laboratorio desde España "están muy bien preparados". "Rivalizan sin problema con los mejores estudiantes de las mejores universidades del mundo".

El caso de los de A Guarda difiere de forma importante del de los mellizos, ya que sus padres, que habían emigrado en los años 60 a Francia, decidieron regresar al país galo en 1973. De ahí dieron el salto a Suiza. Aunque fueron pocos los años que pasaron en Galicia, los dos muestran un profundo amor por su tierra natal y también conocen la "morriña" porque confiesan sentirse europeos, españoles y gallegos.