El gobierno local de Marín someterá al debate del pleno municipal la propuesta de clausurar el cementerio parroquial de San Tomé de Piñeiro Vello, que se encuentra en situación de ruina. Hace poco más de un año y a petición de la asociación de vecinos del entorno del cementerio, el Concello inició el procedimiento para la clausura de este camposanto, siguiendo el Decreto de sanidad mortuoria de Galicia y una vez declarada la suspensión de enterramientos en el mismo.

Ya en el año 2000, la Consellería de Sanidade había resuelto su clausura temporal, después de que los veterinarios oficiales de Salud Pública comprobasen el estado de ruina y malas condiciones sanitarias del mismo.

Consta en el expediente certificación de febrero de 2017 del párroco de San Tomé de Piñeiro, donde se indica que en mayo de 2000 se enterró a la última persona en dicho cementerio, según se recoge en el libro de difuntos del archivo parroquial.

Ahora, tras las correspondientes publicaciones en diarios oficiales e información pública y no habiendo alegaciones, con el informe de la Consellería de Sanidade que dispone que reúne los requisitos del Decreto de sanidad mortuoria de Galicia, el gobierno local se propone proceder a la clausura definitivo de este cementerio parroquial de San Tomé de Piñeiro, al quedar acreditado el transcurso de diez años desde la última inhumación.

La cuestión será debatida en el pleno municipal convocado para el miércoles 11.

El estado de abandono del viejo cementerio de San Tomé de Piñeiro preocupa a los vecinos y feligreses desde hace mucho tiempo. De hecho, el camposanto se degrada desde hace años.

Este cementerio entró en desuso una vez que se construyó el nuevo recinto, en una parcela alejada de la vieja necrópolis. Desde entonces muchos de los propietarios de las tumbas y nichos han comenzado a trasladar los restos de sus difuntos al nuevo cementerio, dejando en el abandono los antiguos túmulos.

Esta desatención, unida a la degradación que produce el paso del tiempo, ha deteriorado el recinto hasta el punto de que resulta insalubre. Las tumbas abandonadas -y en muchos casos abiertas- acumulan insectos y roedores a causa de la falta de limpieza, lo que se han convertido en un problema de salud pública en la parroquia.