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El meollo

El nuevo terraceo

El nuevo terraceo

Si nada interfiere el propósito de la concejala responsable de Promoción Económica, Anabel Gulías, la llegada del año 2018 va a traer consigo muy pronto la nueva ordenanza destinada a regular más y mejor el fenómeno del terraceo con todos sus ingredientes.

La reordenación a fondo de la instalación de veladores de bares y cafeterías en calles y plazas por parte del gobierno municipal, constituía una necesidad cada vez más apremiante. El descontrol, la arbitrariedad y el abuso resultaban patentes; estaban bien a la vista.

Veinte años es mucho tiempo y deja obsoleto cualquier normativa, a la velocidad que transcurre la vida actual. Esa edad acumulaba la ordenanza vigente hasta ahora, que el BNG no quiso tocar desde que Miguel F. Lores tuvo mando en plaza en esta ciudad, o sea desde tiempo inmemorial. De las primeras 68 terrazas autorizadas en 1997 a los 297 veladores actuales va un largo trecho que pone de relieve el desmadre existente, más allá del impacto de la peatonalización y el gusto por el paseo entre los renovados hábitos y habituales usos de los pontevedreses.

A la concejala Gulías nadie puede negarle su esfuerzo por conseguir una normativa más racional y mejor adaptada al fenómeno del terraceo, amén de su interés por lograr también el mayor consenso posible. Ella ha hablado de un clima favorable en general, frente a una unanimidad imposible; sobre todo en un sector poco organizado y bastante insolidario donde cada uno hace la guerra por su cuenta y sálvese el que pueda.

Desde luego no ha habido voces muy críticas durante todo el proceso de articulación de la futura reglamentación. Gulías ha actuado con tiento y nadie ha puesto el grito en el cielo sobre el horario barajado hasta la una y media de la madrugada -¿de verdad suficiente en verano?-, ni sobre la ampliación de zonas de paso, ni tampoco sobre la prohibición de anclajes de toldos y materiales a emplear, etcétera.

El meollo de la cuestión está en vislumbrar el grado de cumplimiento y eficacia que tendrá cuando entre en vigor la nueva ordenanza, tanto entre hosteleros como entre clientes, y adivinar si tendrá o no todo atado y bien atado en sus diversos aspectos, como para pensar en otros veinte años de vigencia operativa.

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