El miedo a las alturas, el miedo a hablar en público, el miedo a los perros o el miedo a volar, entre otros, pueden ser superados a través de las nuevas tecnologías. Concretamente, a través de una herramienta de realidad virtual que dos pontevedreses han ideado bajo el nombre de PsicoVR.

La iniciativa ha sido premiada ya en dos ocasiones: en los galardones de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Pontevedra, AJE, y en los Maker Faire Galicia 2017.

Lucía Maneiro y Rafael Tourón están detrás del proyecto, que se empezó a gestar en 2016. Una experiencia personal, la del hijo de uno de los miembros del equipo que sufría miedo a los perros, supuso el empujón definitivo. "Un día, mientras utilizaba las gafas de realidad virtual para disfrutar de un conocido juego donde el protagonista es un erizo, surgió la idea al ver sus reacciones con el animal. Comenzamos a investigar más sobre el tema y comprobamos que desde la década de los 90 se han estado realizando investigaciones sobre la aplicación de la realidad virtual en psicología y que su utilización estaba creciendo de forma espectacular en los últimos años", explica Lucía Maneiro.

La idea del proyecto es ofrecer terapias para 25 fobias, las más comunes entre la población. Para ello, ya que ninguno de los dos es psicólogo, cuentan con la colaboración de una reconocida clínica de Pontevedra, "que es la que nos da el soporte con sus conocimientos sobre la materia en el desarrollo de las terapias, además de realizar la validación clínica".

Por el momento, han desarrollado escenarios para cuatro de ellas: glosofobia (miedo a hablar en público, cinofobia (miedo a los perros), agorafobia (miedo al miedo) y acrofobia (miedo a las alturas).

Actualmente se encuentran ya trabajando en dos más, el miedo a volar y a conducir.

Los responsables de PsicoVR destacan que no se puede decir que unas fobias sean más complicadas de tratar que otras. "Cualquier cosa que produzca en una persona un miedo irracional que no pueda controlar afecta de manera igual en su cerebro. La persona es consciente de la magnificación de ese miedo, percibe que el bloqueo es excesivo pero no puede dejar de sentirse mal y, normalmente, ese miedo irracional afecta a la vida cotidiana impidiendo realizar determinadas tareas que otras personas pueden hacer con normalidad", aseguran.

Los escenarios se crean en función del miedo en cuestión. En el de la glosofobia, por ejemplo, se ofrece a los psicólogos tres situaciones de distinta dificultad, que el especialista podrá escoger en una plataforma online en función del caso concreto del paciente. Las gafas de realidad virtual hacen el resto. "Se empieza de menos a más para no generar mucha ansiedad, lo que proporciona escenarios cada vez más complejos y adaptables, convirtiéndose en una terapia completamente gradual", recalca Lucía Maneiro.

"Por ejemplo, en el escenario del auditorio podemos empezar el tratamiento sin público, después meter a dos personas, después a 10, 50 y hasta 200 personas para que el paciente se vaya habituando poco a poco y después le cueste menos en su vida real. También podremos controlar interrupciones y reacciones del público, sonidos, distracciones o iluminación", indica.

Existen pocas limitaciones en cuanto al uso de esta iniciativa para el tratamiento de personas. "Es un sistema que puede utilizar cualquiera, incluso niños", celebran sus promotores.

Independientemente de esto, la capacidad de inmersión que generan las gafas de realidad virtual se puede reducir si la persona que las va a utilizar presenta alguna limitación física, como falta de visión u oído.

Entre ocho y diez sesiones son suficientes para que el paciente supere una fobia. Este tratamiento puede alterarse, "y de hecho se hace", con otros.

Empresas emergentes

En toda España solo existe otra iniciativa similar. Se diferencian en el tipo de tecnología utilizada.

En su trayectoria, PsicoVR ya ha participado en varias aceleradoras de empresas emergentes: ViaGalicia, Vodafone Connecting for good Galicia y Ría de Pontevedra.

"Antes de entrar en la primera aceleradora teníamos ya una idea clara de qué queríamos hacer, pero aun así, el paso por cada una de las aceleradoras fue fundamental para madurarla y convertirla en un proyecto real. Pudimos avanzar en las distintas etapas de crecimiento de la empresa de una forma más rápida y controlada, además de ayudarnos a profesionalizarla", reconocen.

Esta experiencia les ha animado a seguir profundizando en la herramienta, por lo que en el futuro se plantean aplicarla a personas con autismo, alzhéimer o TDAH (hiperactividad).

También barajan dar el salto internacional, comenzando por Portugal, porque, como manifiestan, "los miedos son iguales aquí y en cualquier parte del mundo".