-Como madre de dos niños, ¿le gusta el modelo educativo americano en comparación con el español?

-Por lo de pronto en la escuela pública no hay libros que comprar. El material escolar que tenemos que aportan los padres es mínimo e incluso una parte de lo aportado está destinado al uso general de la clase así que la vuelta al cole es infinitamente más barata que en España. Tienen deberes de lunes a jueves, pero apenas son un recordatorio de lo que han hecho en clase. Básicamente son para que los padres estén con sus hijos esos 10 minutos y sigan su evolución. Dan mucha importancia a la implicación de los padres en la educación de los niños, es algo básico y fundamental. Pero el sistema también tiene su parte mala, muy mala y en eso España, con todos sus defectos, le da mil vueltas a Estados Unidos. El presupuesto anual de cada colegio público depende del nivel de resultados de la media de sus alumnos. De este modo aquellos colegios situados en barrios más conflictivos reciben una financiación mínima en comparación con los de barrios de clases medias y altas. Esto no hace más que favorecer las desigualdades porque según al colegio al que envíes a tus hijos van a tener más o menos oportunidades, o incluso ninguna. Cuando nos mudamos a Baltimore empezamos a vivir en el centro, pero cuando llegó el momento de escolarizar al mayor de nuestros hijos tuvimos que mudarnos a un pueblo a unos 20 minutos para poder tener un colegio público de calidad.

-¿Existen planes para volver o es una posibilidad que no contemplan?

-En principio no. Mi posición en el laboratorio es buena, con opciones de seguir promocionando. Los niños tienen ya su vida aquí y es lo que conocen y mi marido está feliz de estar con ellos y viendo que en cuanto decida empezar a trabajar tampoco va a tener ningún problema porque aquí la edad no es un factor de exclusión.