La familia formada por María Antonia Costas, José Ángel Soares y sus tres hijos regresó el pasado domingo a su pequeña casa en el lugar de Parada, en Ponte Caldelas, afectada por completo por los incendios del pasado 15 de octubre. Pudo hacerlo gracias a la campaña solidaria iniciada por una vecina de Ponteareas, Berta Besada, su "ángel de la guarda".

-¿Cuándo comienza esta historia?

-El 15 de octubre, con los incendios. Esa noche todos resultamos afectados de alguna manera. Unos con daños materiales, otros con daño moral... Aquella noche creamos un grupo casualmente a través del Facebook en el que se formó una cadena de ayuda. Yo venía de Mondariz y fue llegar a Ponteareas y fue como una película de terror. Humo por todas partes, la gente echada a la calle... Esa noche supe que había mucha gente que tuvo que dejar sus casas. Yo ofrecí mi casa, pero al final no hizo falta porque se abrieron pabellones. Me sentí súper orgullosa de ser gallega. Al día siguiente me dije "tengo que hacer algo". En el Facebook pedí donaciones de todo tipo para la gente damnificada. La gente se volcó mucho y yo tenía la tienda a tope, ya no cabía ni un alfiler.

-¿Por qué terminó toda esta ayuda en Ponte Caldelas siendo usted de Ponteareas?

-Mi idea era entregarla a la gente de mi zona, como As Neves. Hice varias llamadas para informar de todo lo que tenía para entregar, pero me dijeron, ya al día siguiente, que estaban saturados y que lo único que necesitaban es agua. Había leído en las noticias que había varias familias afectadas en Ponte Caldelas. Si había niños, a mí me daba igual que fuese para aquí o para allí, así que cargué mi coche con todo lo recogido.

-Y llegó hasta María Antonia Costas, José Ángel Soares y sus tres hijos...

-Me hablaron los propios vecinos del pueblo. Cuando llegué a donde ellos no me quedé impresionada, lo siguiente. Había tal pobreza que solo era un cuadrado de bloques y tierra en el suelo. Vivían ahí, ellos y sus tres hijos, uno un bebé de catorce meses.

-¿Cómo reaccionaron al verte con todo lo que llevaba?

-¿Sinceramente? No se lo creían. Preguntaban si era para ellos. Les confesé que la casualidad me había llevado hasta ellos. Las primeras palabras de José fueron "eres nuestro ángel". Estuve con ellos toda la tarde. Casualmente al descargar una de las bolsas del maletero de mi coche se cayó un saquito de bebé de color rosa. El padre lo abrazó y le dijo a su hija: "Esta noche dormirás calentita". Por la noche me mandó una foto de la niña durmiendo con el saquito.

-Después llegó la reconstrucción de la vivienda...

-Esa noche llegué a casa y lloré y lloré, porque soy madre. No me imagino esas condiciones para mis hijos. En mi cabeza no caben. Por desgracia, las personas necesitadas son las que menos piden. Durante los cuarenta minutos de camino en coche de vuelta a casa me dije que yo tenía que ayudarles, que eso no podía terminar ahí. Hablé con mi marido, que me apoya siempre, y me dijo que adelante. Me puse manos a la obra y empecé a hacer gestiones. Empecé a pedir puerta por puerta, constructoras y otras empresas, mostrando las fotos de la vivienda afectada. Todos se volcaron. Colaboraron Construcciones Regino, Akí Mos, Carpintería Ñote, Maderas Porriño, Carpintería Teype, Decoraciones Arlora, Dispaint Galicia, Materiales de Construcción Miñan Man, Construcciones Valiño y los fontaneros Yago y Álex. También quisiera destacar a Santiago, un vecino de Mos que donó ventanas. Por supuesto, quiero destacar a Andrés Díaz, el alcalde, con su apoyo incondicional.

-De esto habrá sacado en claro que la gente es muy solidaria.

-Sí. Muchas veces piensas que no hay valores, pero si en vez de hacer eso planteas las cosas, se hablan, la gente se anima. Solo necesitan un empujoncito.