La familia Carballa volvía a una relativa tranquilidad conforme avanzaban las horas de ayer y los trámites se iban superando. Durante la tarde, el perito del seguro acudió a la vivienda ubicada en Freixo, Vilalonga para hacer una primera valoración de los daños.

La buena noticia les llegaba con la confirmación de que el seguro se hará cargo de los gastos: deberán llamar al arquitecto para que valore cómo se encuentra la estructura de la casa, mientras que la empresa constructora deberá trasladarles un presupuesto de arreglos.

Mientras, la familia deberá buscarse un alojamiento, que también será financiado por la compañía aseguradora. "Estas noches dormimos en casa de un familiar. Ahora nos buscaremos un apartamento", expresaba Fátima Carballa, mucho más "aliviada" tras unas horas frenéticas.

"Aunque mi marido y varios amigos ya taparon el techo como pudieron y los destrozos están en la parte de arriba (que estaba en construcción), no podemos vivir ahí. Hay escombros de uralita, ladrillos y cristales. Y tenemos a dos niños de 6 y 10 años", expresaba Fátima.

Cinco son las personas que vivían en esta edificación de doble planta del lugar de Freixo. Sin embargo, cuando se produjo el tornado, tan solo la abuela María se encontraba en la casa. Precisamente esta mujer fue revisada por los médicos el miércoles debido al estado de ansiedad en el que se encontraba tras el paso del ciclón. "Ya está más tranquila tambien", informaba su hija.

Mientras, los pequeños "se impresionaron" cuando Fátima les contó lo que había pasado. "No los trajimos aquí, pero sí que les enseñé las fotos para que no se enterasen por otro lado. El mayor, que es más consciente, se asustó bastante y lo primero que preguntó fue cómo estaba la abuela", explicó.

Ahora, con menos incertidumbres en el horizonte, la familia busca regresar poco a poco a una relativa normalidad.