Son muy poquitos, pero todavía hay en el mundo gente que duda de la magia de los Reyes Magos. Ayer, estos incrédulos volvieron a quedar en mal lugar, sino es que cambiaron de idea y se rindieron finalmente a la evidencia. Melchor, Gaspar y Baltasar son poseedores de una magia potente. Alimentada de toneladas de ilusión generada en los corazones de niños y mayores, los encantamientos que son capaces de desplegar no solo les permite estar en cientos de ciudades al mismo tiempo y repartir millones de regalos en cada hogar en apenas una madrugada; sino que su magia también controla la climatología. Y en Pontevedra ya lo han demostrado en más de una ocasión.

Ayer volvieron a hacerlo. Ante una previsión que indicaba una ligera mejoría de la borrasca por la tarde, pero con la amenaza de algún que otro chubasco durante el desfile, los Reyes desplegaron todos sus sortilegios para ahuyentar la lluvia y que grandes y pequeños pudieran disfrutar de la tradicional Cabalgata sin que cayese ni una sola gota de agua. El único chaparrón fue de caramelos, no se sabe de cuantos litros por metro cuadrado, pero sí que en total sumaban las dos toneladas de golosinas que el Concello destinó tanto al desfile como a la recepción de Mugartegui.

Y es que la apretada agenda de los Reyes Magos en la ciudad del Lérez tenía su primera cita por la mañana. A las 10.45 fueron recibidos en el Concello y desde allí se dirigieron a Mugartegui en donde celebraron la tradicional recepción a los niños pontevedreses.

Cientos de niños pasaron por el Pazo de A Pedreira para saludar a los magos y realizar alguna petición de última hora, por si alguno tuvo algún despiste en el momento de redactar la carta. En Mugartegui, Melchor confirmó que esta madrugada les esperaba mucho trabajo, dado que otro año más los niños pontevedreses habían sido todos muy buenos y que son solo algunos adultos, muy pocos, los destinatarios de la mínima carga de carbón que traían consigo.

Tras un breve descanso para comer, llegó el momento más esperado. Miles de personas, niños y mayores, se arremolinaron a lo largo de las calles que cruza la Cabalgata (desde José Malvar, pasando por Loureiro Crespo, Benito Corbal, Michelena y finalmente Plaza de España) para disfrutar de un desfile que rebosa de imaginación e ilusión. Se nota en la cara de los pequeños, que abrían los ojos como platos cuando escucharon los tambores que anunciaban la llegada de la comitiva. Charangas, grupos de música y unos pajes a caballo precedían a la primera de las seis carrozas, que estaba presidida por las figuras de Epi y Blas, los inseparables compañeros de habitación en Barrio Sésamo.

Un dirigible llamaba la atención entre un grupo de locos aviadores que llevaban a sus espaldas los más disparatados artilugios con los que pretendían levantar el vuelo. Un grupo de payasos y más charangas al son de villancicos y canciones navideñas dieron paso a la segunda de las carrozas, basada en el mago Merlín, desde la que pequeños aprendices de mago lanzaban caramelos a diestro y siniestro.

Chaplin y el cine

Malabaristas, zancudos y personajes tan conocidos como el ratón Mickey o el pato Donald hacían las delicias de los más pequeños. Llamó mucho la atención una gallina gigante antes de que hiciera aparición la tercera de las carrozas, inspirada en el mundo del cine y en la que sobresalía la figura del genio de la comedia, Charles Chaplin, junto a la famosa estatuilla del Óscar de Hollywood. Un árbol encantado seguía a la carroza habitada por estos pequeños "charlots", así como un convoy de camellos cargados de regalos hasta las jorobas.

La emoción aumentaba dado que las tres siguientes carrozas eran las de los protagonistas. La primera de Melchor, que viajaba en un trono rojo tirado por un imponente unicornio blanco.Gaspar lo hizo a bordo de una carroza presidida por las estatuas unas deidades orientales que llamó la atención de algún adulto.

Un gran dragón blanco de tres cabezas fue de las figuras que más impresionó a los asistentes, y un enorme gatito hecho de globos también gustó mucho a los más pequeños. El desfile lo cerró Baltasar, sentado en un trono verde tirado por un león alado dorado.

Además de las seis carrozas, más de 23 agrupaciones participaron en la cabalgata que contó con la presencia de la charanga Airiños, un grupo de caballería, la charanga Charandonga, el grupo Troula, Rivel Animación, Duos Pontes, Art-Monium, el grupo folclórico "Pola Vila", los espectáculos a cargo de Pablo Méndez Performance, entre otras, además de la habitual colaboración de los bomberos de Pontevedra, la Policía Local, que abrió paso a la comitiva, y los voluntarios de Protección Civil.