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A caballo entre A Lama y Ponte Caldelas

David Dosantos es el sacerdote de Forzáns, Barbudo, Xesta, Xende y Gaxate, cinco parroquias que le han llevado a recorrer 400.000 kilómetros en menos de una década

David Dosantos en el comedor de San Francisco de Pontevedra. //R.V.

David Dosantos Gómez es el sacerdote de cinco parroquias: Forzáns, Barbudo, Xesta, Xende y Gaxate, en los concellos de Ponte Caldelas y A Lama. Tiene 34 años y lleva casi una década como sacerdote. Desde un inicio se hizo cargo de cuatro parroquias, la de Barbudo es la última que se le adjudicó. Además, en los últimos meses ha ayudado a otros sacerdotes mayores de parroquias cercanas hasta que se les sustituyó.

"La media de edad de los sacerdotes es muy elevada, preocupante", asegura el que es uno de los más jóvenes de la comarca. Es, precisamente, su juventud la que le ha llevado, sin él pretenderlo, a convertirse en uno de los curas con más parroquias. "Bueno, una persona joven siempre puede moverse más en coche, trasladarse quince minutos o más caminando si hace falta... Antes había límites por las diócesis, pero ahora ya no. Lo importante es echarse una mano los unos a los otros. Cada día llevamos más parroquias, más cargo...", reconoce.

En este sentido, apunta que la situación en el rural y el interior es particular. "Hay mucha gente mayor y las celebraciones litúrgicas tienen menos fieles. Los mayores en invierno no salen mucho de casa, así que eso también te permite hacer otro tipo de salidas, como a los tanatorios. Si tuviésemos mucha carga pastoral, no podríamos ayudar mucho a otros sacerdotes cercanos", indica.

"La vida aquí es diferente a la de la ciudad. Aunque quieras tener contacto con la gente, no puedes. Los mayores ya van teniendo sus pisos en las ciudades y solo vienen el fin de semana", añade. "En verano cambia un poco, pero en invierno se reduce todo a funerales, entierros y misa de difuntos".

Eso sí, confiesa que la figura del sacerdote suele ser muy bien vista por los vecinos. "Al cura lo quieren y respetan mucho en los pueblos", afirma.

La mitad del tiempo de David Dosantos transcurre en la carretera, de un templo a otro entre Ponte Caldelas y A Lama. "El coche que tengo lo compré cuando me ordené sacerdote, por lo que tiene ocho o nueve años, y casi ronda los 400.000 kilómetros. Es un coche nuevo pero que está reventado de andar. Las ruedas no me duran nada", dice divertido.

El sacerdote reconoce que le gustaría compaginar su actual labor en el interior con alguna parroquia de ciudad.

En su caso, la vocación religiosa comenzó cuando era niño. "No es algo que surja de repente. Desde pequeño siempre me gustaba ir a misa. Por aquel entonces se celebraban dos diarias. Empecé como monaguillo y terminé como cura", resume.

"Fue poco a poco. En función de los acontecimientos te das cuenta de que eso es lo tuyo. Las circunstancias van cuadrando. Fue Dios quien quiso que me dedicase a esto. Te ves feliz con ello y sientes que estás en tu lugar", confiesa.

El religioso también modernizó, a su manera, la comunicación en sus parroquias, incorporando la visibilidad de su actividad en las redes sociales.

"Al no tener un contacto constante con la gente y después de darme cuenta de que la gente mayor, incluso muy mayor, utiliza bien las redes sociales, decidí usarlas como plataforma informativa. A través de ellas todo el mundo se entera si se anula una misa por mal tiempo porque nadie va a acudir. También las esquelas. Antes se usaban las campanas para anunciar un fallecimiento, pero como ahora los fieles no están en el pueblo, la cuelgas en el Facebook y todos se enteran", informa.

En opinión de Dosantos, el hecho de que haya menos sacerdotes no tiene una sola causa. "La figura del sacerdote no goza del respeto que tenía antes y que necesita. Si una familia habla mal de los curas continuamente y un niño lo escucha, no va a querer serlo de mayor. Las críticas a los sacerdotes son continuas. Se les ha desprestigiado", considera. "Si de verdad una persona cree que el sacerdocio es lo suyo, que no lo dude. Hay que luchar por ello".

El párroco contó con el apoyo de su familia desde el principio. "Y eso que yo no venía de una familia especialmente religiosa. De hecho, no eran practicantes. Desde un principio no quise ir a un seminario, pese a que quería ser cura desde los seis años. Estudié en un colegio normal, a un instituto ordinario... Estudié electrónica, profesión que ejercí para poder pagarme los estudios. Un compañero de trabajo me decía que me iba a llevar de marcha para quitarme la idea de la cabeza. No lo consiguió y, curiosamente, la suya fue la primera boda que celebré", concluye David Dosantos.

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