Manuel García Sanmartín, de 68 años, es natural de Moraña pero vecino de Pontevedra, fue profesor de Primaria. Çomenzó como educador en la escuela-hogar del Príncipe Felipe. Después, tras aprobar la oposición, dio clases en Fornelos de Montes y Dena. Volvió a la escuela-hogar como profesor de ocio, donde estuvo hasta el año 1988. En ese año se fue a Cambados y en 2007 volvió a concursar. Su último destino fue el CEIP Barcelos, tres años hasta la jubilación.
-¿Qué recuerda con más cariño de sus años en la enseñanza?
-Sobre todo a los niños, que entonces se portaban muchísimo mejor que ahora. Además, tuve compañeros excelentes. Sobre todo en Barcelos había mucha armonía y buen compañerismo.
-¿Por qué decidió hacerse maestro?
-Fue algo que conseguí con mucho trabajo, porque mis padres eran labradores. Gracias a que tanto mi hermano como yo tuvimos becas y nos pudimos sacar las carreras de maestro, porque otra ya era imposible por la situación económica.
-¿Es muy grande la responsabilidad por el cargo?
-Siempre es una responsabilidad porque estás educando a unos niños y su futuro depende muchas veces de tu trabajo. Si nosotros nos abandonábamos llegarían a una enseñanza superior con pocas posibilidades de progresar.
-¿A qué cree que se debe ese cambio que mencionaba en los niños a nivel comportamiento?
-Hay muchos factores que influyen. La familia, la sociedad en general... A los maestros les dan muy poca autoridad.
-¿Se declara un defensor de la enseñanza pública?
-Por supuesto. La pública no le debe nada a la privada.
-¿Han imitado sus hijos su ejemplo profesional?
-La mayor estudió Químicas y ahora está dando clases en un instituto en A Coruña. Los otros dos hicieron ambos Magisterio y Música y están dando clases, él en Pontevedra y ella en Vilagarcía.